Ya ha pasado el mediático 20 D y todo el chachareo que produjo durante dos meses o así hasta extremos casi insufribles, pero lo cierto es que nada ha cambiado, continuamos con un porcentaje aplastante de artículos, debates, programas pseudo informativos, entrevistas autobombo, consultas populares y otros comentarios, tendenciosos unos, delirantes otros y en general impregnados de lo que podríamos calificar como sabiduría de bar. Hay una cuestión que se repite en cada proceso electoral desde el nacimiento de la democracia española, sobre la que nadie hace mención alguna, pasando de puntillas. Se trata de la abstención, que tal como se informa en los medios parece algo con lo que hay que contar pero que carece de importancia o al menos de interés mediático. Pues bien, en estas últimas elecciones hemos tenido el 26,8 por cien de abstención calculado sobre los votos posibles, es decir sobre la totalidad de los electores españoles, eso supone que 9.280.639 españoles no han votado.

El partido más votado, PP, ha obtenido el 28,72 por cien, pero que curioso que ese porcentaje se ha calculado sobre los votos emitidos, y no sobre el total del electorado, porque si así se hubiese hecho veríamos que le han votado solo el 20,83 por cien, es decir 7.215.752 españoles, y en similar proporción el resto de los partidos políticos. No sé quién acabara formando gobierno si es que llegan a hacerlo, pero bien sea en solitario o en coalición con otros, salvo que se produzcan uniones contra natura nunca conseguirán superar el 50 por cien de la voluntad del electorado. algo a tener en cuenta.

No son de recibo los comentarios despectivos que algunos políticos, e incluso periodistas realizan sobre quienes se abstienen de votar, pero todos se olvidan que se trata de más de nueve millones de electores, y eso es mucha gente para considerarlos poco más que unos descerebrados sin mayor importancia, prefiero pensar que son españoles que no están de acuerdo con unas leyes electorales que nunca fueron respetuosas con el electorado, aprobadas con la intención de favorecer a los partidos llamados mayoritarios o con unas listas cerradas que impiden que los electores voten a personas según sus méritos o conocimientos, y como tales tan dignos de ser tenidos en cuenta como los que votan al PP, PSOE o Podemos, mayormente si tenemos en cuenta que la Constitución no establece la obligatoriedad del voto en parte alguna.

No se puede aceptar que los derechos de los votantes tengan más valor que los derechos de los abstencionistas, todos somos españoles y los gobiernos resultantes con su escaso bagaje de votos gobernaran tanto a unos como a los otros, y el artículo 1º de la Constitución nos advierte «La soberanía nacional reside en el pueblo español€.» que no deja de serlo por no votar, esto marca el camino al próximo Gobierno para que asuma de una vez por todas la modificación de las leyes electorales en vigor.