El tiempo atmosférico se ha puesto de moda desde hace unos años. Y su información en los medios de comunicación también. Es una demanda social y se debe responder a ella. Hace unos días se publicaba una noticia que aludía, precisamente, a la evolución que ha experimentado la comunicación del tiempo atmosférico en los medios, concretamente en la televisión. Se ha pasado de una información plana, «gris», tal vez excesivamente científica en los años sesenta y setenta y con una duración muy breve, a los espacios actuales de las grandes cadenas internacionales y nacionales que ocupan horario de máxima audiencia y con duraciones de más de diez minutos. Algo impensable hace apenas veinte años. Pero es, como se ha señalado, una demanda social. Y también un negocio, porque las grandes firmas luchan por el patrocinio de estos espacios. Lo cierto es que la información meteorológica que se ofrece en las televisiones de nuestro país, las estatales y las autonómicas, es muy buena. Ha mejorado en contenidos y en la forma de presentar la información. Se ha abierto al público, sin perder rigor. Se han simplificado los mensajes. Se prefiere ahora lanzar un titular, con el fenómeno importante que va a ocurrir o el que ha ocurrido, y se detalla a lo largo del espacio. Se muestran fotos, refranes, mensajes de twitter. Y se manejan datos oficiales de AEMET y de las redes de aficionados a la meteorología que cada vez más son legión. Y todo esto viene a cuento que la lectura estos días de una deliciosa publicación del Correo de la Unesco, del año 1973, donde se hacía balance de las mejoras en la predicción y comunicación meteorológica derivada de la puesta en marcha de los grandes programas de vigilancia atmosférica que había puesto en marcha, unos años antes, la Organización Meteorológica Mundial. Ya entonces se señalaba la gran importancia de una buena información meteorológica para la seguridad y bienestar de las sociedades de nuestro planeta.

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