Uno de los viejos argumentos más efectivos en el mundo de la ficción desde el comienzo de los tiempos „así, sin exagerar ni nada„ es el del hombre que se enfrenta al sistema. Normalmente es la historia de héroes que luchan contra un estado corrupto o contra un líder tirano „o contra la burocracia, como en El castillo de Kafka„. Pero a veces este héroe no lo es. A veces es una víctima golpeada, castigada y fustigada por un gigante en forma de Estado que es ciego a según qué argumentos.
A grandes rasgos, esta es la historia de Making a murderer, la nueva serie documental de Netflix que sigue los pasos de Steven Avery, un hombre de Wisconsin que pasa 18 años en la cárcel por un crimen que no cometió. Pero hete aquí que Steven, una vez que sale de la cárcel, resulta acusado de uno de los crímenes más famosos de Estados Unidos, el de Teresa Halbach, una fotógrafa que desapareció tras estar en casa de Avery.
Podría ser una de esas historias de Crimen e Investigación „un infame canal de cable que, creedme, tenéis suerte de no conocer„, pero en realidad es mucho más que eso. Conforme avanza el documental, grabado a lo largo de varios años y creado por Laura Ricciardi y Moira Demos, el espectador asiste sobrecogido a un cuento de terror moderno, en el que un hombre vapuleado por la mala suerte y el sistema judicial revive su peor pesadilla en un juicio que, el espectador descubre rápidamente, es de todo menos justo.
Making a Murderer, algo así como «Crear un asesino», habla de cómo el sistema puede corromperse y de cómo el laberinto que se crea en su burocracia o en su sistema legal puede ser más mortífero para un hombre que un disparo en la cabeza o un cuchillo en la garganta. La de Avery es la historia de un hombre derrotado, de alguien que quiere rendirse, de alguien tan inocente „o no„ que le puso la venganza en bandeja a aquellos que, una vez, decidieron no atender a razones y meterle en una celda durante 18 años.
