Valencia necesita buenas noticias, no solo para lavar una imagen manchada por los últimos escándalos de corrupción, sino también para elevar el nivel de autoestima de una sociedad que siempre ha destacado por su laboriosidad y su creatividad. Dos virtudes que han sido clave para el desarrollo económico y cultural de una comunidad de las más emprendedoras de España y Europa.

La relación de los valencianos con la música es una costumbre enraizada en varias generaciones, y la canalización de esa creatividad cultural a través de sociedades musicales confirma un espíritu cívico excepcional. La Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana, con 47 años de existencia, agrupa a 547 bandas y sus escuelas de música „la mitad del total de España„, con 40.000 músicos, 60.000 alumnos y más de 200.000 socios. Pocas entidades culturales pueden exhibir esa potencia asociativa.

Tal demostración de compromiso musical sería suficiente para optar a la designación de Ciudad Creativa de la Unesco, una iniciativa impulsada por el Foro La Cultura Importa, un reconocimiento internacional por parte de una entidad de prestigio que sería saludado por el conjunto de la sociedad valenciana. Pero si además de las bandas se suma las corales, los conservatorios y las decenas de personas que se dedican profesionalmente a la música, pocas ciudades existen en el mundo con tal merecimiento. Si encima añadimos la consolidada programación del Palau de la Música y del Palau de les Arts, la candidatura es sobresaliente.

Cierto que la creación de la Red de Ciudades Creativas es relativamente reciente, fue creada por la Unesco en 2004, pero cuesta creer que ninguna de las instituciones públicas y privadas prestará atención a un reconocimiento necesario. Quizás se prestó atención a eventos más llamativos cuando el gran acontecimiento vivía entre nosotros. Es conocido como terminaron aquellas aventuras pasajeras que asolaron algunas ilusiones colectivas. Sin embargo, tras pasar página es el momento de volver a generar iniciativas comunes que sean capaces de unir a todos los estamentos del Cap i Casal de los valencianos.

Los miembros del Foro La Cultura Importa han puesto, desde las páginas de Levante-EMV, la primera piedra de un edificio común que debe implicar al mayor número de actores. En primer lugar al Ayuntamiento, al que le corresponde articular una candidatura potente para presentar a la Unesco. E inmediatamente después al resto de instituciones públicas, académicas, económicas, sociales, cívicas, culturales y por su puesto a las musicales. Porque entrar en la Red de Ciudades Creativas de la Música significa universalizar una de nuestras mejores aportaciones culturales, pero también entrar en un club selectivo que intercambia experiencias y potencia el turismo creativo.

Unir el nombre de Valencia con la música nos ha dado muchas alegrías, así que hay que apoyar la propuesta y empezar a trabajar unidos.