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Quiero ser monja

Los lunes por la noche el mando a distancia me pertenece. En mi lunes noche no tienen cabida las pelis profundas o los argumentos difíciles de series que no te dejan conciliar el sueño. El primer día de la semana es tan intenso en lo que a trabajo se refiere, que por la noche una necesita aplanar encefalograma como sea.

Yo descanso mis posaderas en el sofá, y Antena 3 y Cuatro se encargan del resto. Vale que los programas de Casados a primera vista y Un príncipe para tres princesas siguen un guión y están más preparados que una obra de teatro, pero las risas que me pego yo con los personajes de estos programas son la excusa perfecta para tragarme semana tras semana semejantes realities. Las bodas de los que se casan sin conocerse siempre acaban reinando en mi salón y ganando a las citas de los musculitos de Cuatro. Segunda edición del programa de Antena 3 y sigo alucinando como el primer día. ¿Cómo puede alguien casarse con una persona sin conocerla de nada? ¡Pero si hoy casarse ya no se lleva! Pero si aunque te cases con un tío que conoces tropecientos años probablemente acabarás de él hasta... En serio, que no. Que veo yo más acorde a los tiempos el programa que en poco menos de un mes comenzará a emitir Cuatro.

Cuando no encuentras el amor habiendo tirado de Tinder, de chats y de programas de la tele... Pues te metes a monja. Ah, ¿qué todavía no lo sabe? Sí, sí. No piense usted que se me ha ido la cabeza. En unas tres semanas viviremos en directo la entrada de cinco veinteañeras a un auténtico convento. El lado opuesto de las citas y las bodas. La abstinencia, el recogimiento y el compromiso con Dios. Miedo me da que el guión conduzca a la carcajada de la misma forma que los programas que ocupan hoy el lunes noche. La cita será, como no, en Cuatro, y yo no pienso perdérmela, aunque solo sea por contárselo.

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