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Julio Monreal

Una refundación necesaria

Bonig intenta regenerar el PP valenciano con nuevo nombre, más independencia y un congreso inmediato que haga frente a la sangría. Génova no quiere. Juega con fuego.

Los dirigentes supervivientes del Partido Popular de la Comunitat Valenciana quieren cortar por lo sano la sangría que se está llevando el voto y el crédito de una marca hasta hace poco imbatible. El equipo que encabeza Isabel Bonig tiene en mente un congreso extraordinario y urgente con propósito de refundación, un cambio de nombre que permita distinguirse, siempre dentro del PP nacional, y un funcionamiento más independiente de las decisiones de la sede de la calle Génova. Desde Madrid ya hay respuestas: no al cambio de nombre; no a la refundación; puede que sí al congreso extraordinario. En vano intentaba ayer la cúpula dirigente de los conservadores valencianos convencer a Cospedal de la necesidad y urgencia de un cambio que resulta vital para toda la organización y para las instituciones en las que está representada. No corren buenos tiempos para el equipo de Rajoy, que parece dar sus últimas bocanadas en la dirección, y por eso mismo convendría que revisara sus postulados puristas. El PP valenciano es, con el de Murcia, el único que ha logrado respaldos superiores al 50 % en varias convocatorias electorales, y gracias a aquellas cosechas los populares han gobernado prácticamente todo durante dos décadas. Ahora las actuaciones de un número limitado, pero no pequeño, de dirigentes y militantes implicados en casos de corrupción han llevado a ese partido a la oposición política y, lo que es más grave, al desdén social. El proyecto que la lideresa liberal, los tres presidentes provinciales y la coordinadora general están hilvanando está marcado por las urgencias, es cierto, pero presenta la fuerza y la solidez de la renovación total, de nuevas caras, nuevas formas, incluso elecciones primarias. Rajoy y Cospedal no pueden mirar hacia otro lado y escudarse en la ortodoxia. Corren el riesgo de que cuando vuelvan (que parece que tengan miedo de venir) no haya nadie para recibirles. Los que quedan al frente se creen su compromiso, mientras la justicia no les derribe, pero si se ven solos e ignorados lo mismo toman las de Villadiego.

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