Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Rey confía en Pedro Sánchez

Gran, gran lío estos días en Madrid. El rey ha planteado al líder socialista, Pedro Sánchez, que intente formar gobierno. De repente, el país que surgió del 20D se mueve entre la inquietud y la ilusión. La vieja política da paso a la nueva, aunque sea a regañadientes y con temor y temblor. Es probable que Mariano Rajoy esté viviendo sus últimos meses al frente de un Partido Popular que asiste de perfil al enésimo sainete de la corrupción, esta vez en la Comunitat Valenciana. La corrupción actúa como un poderoso repelente para el pacto y da ánimos a un Sánchez cuya situación estratégica tampoco resulta alentadora. A su favor juega la línea roja que rodea a la derecha en España y la convierte en el chivo expiatorio ideal para la izquierda y los nacionalismos. A su favor también cabe reconocerle una mayor iniciativa, quizá inspirada más por la armada portuguesa que por el delirio griego. Sánchez desea presidir este país a toda costa, lo cual me parece legítimo. El problema es que no todo vale.

Pedro Sánchez sabe que no puede gobernar solo y que la exigencia de una coalición tan amplia convierte en endiablada cualquier acción de gobierno. La convergencia reformista le conduce a Ciudadanos, pero no su visión territorial, menos centralista que la del partido naranja. Sin embargo, Albert Rivera tiene que pactar a toda costa para evitar la convocatoria de unas nuevas elecciones que le harían perder un buen número de diputados. No debemos olvidar que Ciudadanos es todavía un partido a medio hacer, de élites urbanas y banquillo limitado, sobre todo fuera de las grandes ciudades. Necesita tiempo para crecer y asentar un perfil propio; y ello, a su vez, requiere no cometer errores graves. Cuestión de tiempo. Mientras tanto, el pacto Sánchez/Rivera es posible aunque no suficiente.

Mirar hacia el PNV tiene también su lógica. Es „ha sido„ aliado naturale cuando las circunstancias parlamentarias así lo exigían. Queda el gran tema pendiente de los presos etarras y el no menos importante del cupo vasco, en un contexto, el europeo, que parece querer poner algunos límites a su aplicación. Y no debemos olvidar, por supuesto, que en las próximas autonómicas vascas, previstas para este año, el PNV puede precisar del apoyo del PSE. Regresaríamos de este modo a un período similar a los años de Juan Antonio Ardanza en Ajuria Enea, anterior a la fracasada aceleración del plan Ibarretxe. Pura política de la transición.

No obstante, en la clave de un hipotético pacto de izquierdas se hallan los diputados podemitas, imprevisibles y amenazantes, cuya retórica dogmática aspira a desbancar al PSOE. La vieja guardia socialista, que conoce mejor la praxis del marxismo, ha empezado a mover sus piezas en contra de la formación morada. Lo ha hecho sin medias tintas, englobando además a familias diversas del socialismo español: de Felipe González a Eduardo Madina. El candidato Sánchez está solo, aunque cuente con el poderoso aglutinante de que se halla en disposición de tocar poder. El rey ha encontrado a su Suárez, le ha entregado el medio del campo y le ha pedido que mueva el balón hasta definir un resultado. Si no lo logra, la previsión pasa por la convocatoria de unas nuevas generales, cuyo único beneficiario sería Podemos. Tal vez todavía no estén maduros los tiempos para una gran coalición. Pero quizás tampoco falte mucho.

Compartir el artículo

stats