El mercado libre está muy bien, pero hay que practicar un poco. El Gobierno en funciones lo recomienda todos los días pero no hace nada por su vigencia y provecho: por lo que vamos sabiendo, no sólo tenía a sus legiones de secuaces y familiares ocupadas en convertir los bienes públicos en fincas privadas (de recreo, con o sin traductoras rumanas), sino que se pasaban por el forro la libre concurrencia, mediante adjudicaciones directas (con mordida), creaban mixtos dedicados a recalificar terrenos y apilar ladrillos (como si no bastara la iniciativa privada) y hasta usaban caudales públicos para escanciarse una discoteca por Benaguasil.
O practicamos el mercado libre o nos van a echar hasta de la ONU y nos va a pasar como a los clérigos hipócritas, que condenan la concupiscencia hasta con la propia esposa (una guarrería que no se nos había ocurrido ni a los más depravados del lugar), y luego salen efebófilos. Esperanza Aguirre dice que hay que sacrificarse, pero tiene que ser otro, aunque el harakiri es del lejano oriente y Rajoy del Finisterre. «Oye, ¿por qué no te sacrificas?». «Es curioso „responde el gallego„ no llueve nada y, sin embargo, qué mal oigo». O sea, que hay que defender el mercado libre y no permitir que los monopolios de la energía retengan como rehén a la ciudadanía dotada de libre albedrío, ¿no?.
Yo no creo en la democracia directa, salvo para la torrà de xulles: los temerarios, pedimos panceta y morcilla; los contenidos, longanizas y chuleta magra, y al final se compra de todo, y todos felices. Pero a sociedades complejas, mediaciones múltiples. Y división de poderes. Pero este presidente fue señalado por el dedo nominativo del césar y el césar debiera saber dónde tiene que meterse el dedo, de lo que se infiere que todos los votos debieran valer lo mismo y no según la circunscripción y que la libertad es buena, aunque sea otro el que la use: a ver si la marquesa se va enterando y no llama totalitarios a los de Podemos cuando quien tiene a casi todos los periódicos y teles de Madrid en su comedero es Rajoy, no Pablo Iglesias. En Benimaclet, mercado los viernes.