Lo primero que quiero aclarar, para que nadie se lleve a engaño, es que a pesar de su título esta colaboración no analiza el partido del Valencia CF, tras la humillante derrota que sufrimos ante el Barça. Aunque a uno le tiran los colores, y perfectamente se podría ajustar a lo sucedido, cuando hablo de vergonzoso espectáculo me refiero al desfile de los altos cargos del PP de Valencia ante la Guardia Civil y los juzgados. Todos acuden a dar explicaciones, a excepción de la principal responsable del Ayuntamiento de Valencia durante 24 años, que en estos momentos se esconde tras las cortinas de su casa y el aforamiento que le da su acta de senadora.

Existe la sensación de que estamos ante una trama organizada, generalizada e institucionalizada de corrupción, donde la estructura de un partido político sirvió para tal fin. Ya nadie piensa que son casos aislados, y a diferencia de lo que defiende Isabel Bonig, el PP valenciano no puede seguir haciéndose la víctima y plantear la posibilidad de presentar una demanda por daños y perjuicios frente a esos pocos desalmados. Hace unos años, el Código Penal desterró el principio de societas delinquere non potest, según el cual una persona jurídica no podía cometer delitos. Y en este asunto, de ser ciertas las informaciones aparecidas, el PPCV cumpliría el doble criterio de atribución de responsabilidad penal. Hubo barra libre, y para volver a recuperar la confianza de los ciudadanos, no será suficiente con una refundación mediática y controlada por unos mandos que participaron en gobiernos durante los años más turbios de los populares, entre ellos su actual presidenta, que fue consellera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente en la época de Camps y Fabra.

La lista de condenados, imputados o investigados afecta por completo al mapa territorial autonómico, en todas las instancias e instituciones. Por lo tanto, en Génova deben ser conscientes de que en este momento no basta con una mínima intervención quirúrgica. La gravedad de lo acontecido, que ha situado a la Comunitat Valenciana en el epicentro de la corrupción y saqueo, hace necesario un análisis más profundo y una refundación que aparte a cualquier dirigente que haya tenido un cargo de alta responsabilidad. Aunque sea injusto para aquellos que pudieron observar una actuación ejemplar en el desempeño de sus funciones, no cabe duda de que se ha instalado en la conciencia colectiva una clara desconfianza sobre todos ellos, que ahora ya no se resuelve con una simple sesión de maquillaje.