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Junqueras: 6.600 millones

La Generalitat de Catalunya (GC) tiene en sus manos el futuro del Estado de las autonomias. Hasta que se produzca una modificación constitucional, cualquier modelo de financiación autonómica que pueda discutirse va a seguir basándose en un cierto algoritmo que determinará que parte de los impuestos de todos los españoles (para ser exactos añadamos las ayudas de la UE y las liquidaciones resultantes de los cupos vasco y navarro) va a destinarse a las tareas encomendadas al gobierno central y que parte a las gestionadas por quince comunidades autónomas (CC AA) que deberán tener acordado un reparto entre ellas. Por si no fuera difícil intentar repartir los ingresos del Estado español, hoy se hace imposible cuando una de las quince, no precisamente pequeña, rechaza explicita y solemnemente «promover ninguna negociación sobre el modelo» (palabras del president Puigdemont en el Parlament) en aras de la búsqueda de su independencia.

El excesivo ruido mediático relacionado con la formación de un nuevo gobierno español hace olvidar situaciones que tienen que ver con el estado español. Estado y Gobierno no son sinónimos. Mientras la GC dice irse y por tanto dice no interesarle el nuevo modelo, la Generalitat Valenciana (GV) consciente de su deuda y necesidades, se agarra a este nuevo reparto como última posibilidad para lograr su viabilidad. Sin sentimiento anticatalán alguno, se puede afirmar que la actitud de la GC supone un posible colapso de la GV. Oriol Junqueras, ahora ya por fin al mando de la Conselleria de Hacienda conoce el problema. Mas allá de cualquier aspiración que Esquerra Republicana de Catalunya pueda tener respecto a los Països Catalans considera que los graves problemas que la Comunitat Valenciana y las Baleares van a tener que afrontar son un inevitable daño colateral del camino del independentismo. Dura constatación para un menorquín asentado en Valencia.

Perdón por la chabacanería, pero la pela es la pela. Antes incluso de que el Tribunal Constitucional pueda tomar alguna medida jurídica, más o menos espectacular, contra los responsables de la GC, el gobierno provisional de Rajoy tendrá que tomar decisiones sobre los recursos que puedan incluirse en el nuevo FLA. En palabras de una agencia de calificación a la hora de calificar con BA2 (perspectiva negativa) a los escasos bonos de la GC que todavía sobreviven en los mercados: «Existe el riesgo de que la escalada de tensión política provoque que el Gobierno central frene su apoyo a la Generalitat a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA)».

El problema no reside en la financiación prevista para 2016, calculada según el actual modelo, ya que la partida correspondiente a enero ha llegado puntualmente tanto a Barcelona como a Valencia (el hecho que viniera con 60 millones menos, a cuenta de los descuentos de IRPF ,no abonados en su momento por la GV, es harina de otro costal) y tampoco existe ninguna novedad imprevista para este febrero, el problema va estar en el FLA que debería llegar en semanas. En marzo del año pasado empezaron a recibir las ayudas extraordinarias a ambas comunidades autónomas que imperiosamente tuvieron que acogerse al FLA. Marzo es un mes complejo en términos de financiación por distintas razones de calendario y de liquidaciones, pero nadie puede olvidar que asignado al mes de marzo del año pasado la GC recibió 1.757 millones de euros y la GV 1.853 millones.

Contra lo que se piensa, la idea del FLA fue sugerida por el anterior conseller catalán, Mas Colell, una persona que con una magnífica carrera académica ha pasado políticamente del decidido PSUC de hace cincuenta años, al pujolismo de Convergència. En Cataluña estas cosas se han estudiado con mucho cuidado, cosa que no ha ocurrido en Valencia, una de tantas corrupciones intelectuales que no pasarán por los juzgados.

Hace pocos días que, al margen de calificaciones internacionales, Oriol Junqueras nuevo vicepresidente y conseller de Hacienda de la GC pidió 6.600 millones de financiación extraordinaria al Gobierno central (para situar magnitudes, una quinta parte del actual Fondo de Reserva de las pensiones). Lo hizo de forma simultánea a sus declaraciones a The Financial Times en las que proclamaba a los inversores extranjeros que ante la tremenda deuda del Reino de España, les convendrá una Cataluña independiente que sí sabrá cómo hacer frente a sus deudas.

La situación es muy divertida si no tuviera algo de trágica: el ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro, puede tener que negociar nada menos que 6.600 millones con Oriol Junqueras. Al metabolizar datos, uno empezó a sumar abstenciones de diputados independentistas catalanes y el estomago lo notó. Aunque parezca imposible, los acuerdos para la formación de gobierno ganan una complejidad no exenta de perplejidad.

En muy pocos días, el Banco de España comunicará la deuda que GC y GV tenían a finales de 2015 y, lo que es más importante, que parte de ella estaba ya en manos del Estado, tras más de tres años alimentando a todas las CC AA. A partir de este momento, lo que ocurra en Cataluña va a ser determinante para nosotros.

Si existe la más remota posibilidadde que Cataluña se replantee su deriva, antes que se declaren las hostilidades sobre un modelo de financiación que debe reformarse para que la GV siga existiendo, permitan la siguiente sugerencia: preséntese una iniciativa parlamentaria por la cual el Gobierno central asuma como propia la deuda de las CC AA, lo que a la espera de los datos de Banco de España, puede suponer unos 40.000 y 30.000 millones respectivamente para Cataluña y la Comunitat. Ningún mercado internacional se escandalizará, pues el dinero se ha prestado al Reino de España y poco importa en qué balances internos se apunte.

Será una decisión arriesgada, si Cataluña decidiera irse al final, el resto del Estado habría hecho un acto de generosidad inútil. Sin embargo si no fuera así los contadores se pondrían casi a cero para todo el sistema autonómico.

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