Toda historia de amor contiene su dosis de desamor. A fin de cuentas, la pasión motoriza ambas emociones. El filósofo Hegel -con perdón- sabía que «nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión». Esta máxima sirve tanto para un roto como un descosido, en tanto que se amolda a las pasiones de Belén Esteban, Nietzsche o el vecino del quinto: romanticismo enconfitado, la media naranja y etcétera, compartir el cepillo de dientes€ La pasión engloba infinitas esferas humanas. El amigo Hegel, decíamos, comprendió que soportar esa gran pasión amorosa requiere altas cuotas de solemnidad moral. También en el desamor, fuente de inspiración de columnistas -como un servidor-, poetas y locos (válgame la redundancia).

Me causa estupor esta patochada de San Valentín. ¡El amor travestido de capitalismo! La gente manifiesta su pasión en una planificada cena presuntamente romántica, a ojos de todos, en una suerte de indecoroso exhibicionismo amoroso. Las grandes superficies empujan a amarse y pasar por caja. Si tanto les importara el amor -digo yo- inventarían el día de gratis, en donde compraríamos sin dinero, sin tarjeta, a la salud de los imperios consumistas. Eso sí sería una gran pasión hegeliana: «acudan y llévense regalos para su pareja, amante o cónyuge. ¡O para todos!». Esta utopía desmitifica la fiebre amorosa y genera mal rollo, ¿verdad? El amor emparentado con el recibo de la luz. ¡Insólito! Como insólita resulta la perspectiva destructiva de esta pantomima que supone amar a costa del calendario: ¿hay vida pasional más allá de San Valentín? ¿Por qué el amor y no la nada?

Así que servidor reivindica el desamor como forma de existencia. El 14 de febrero nunca nos ha regalado ni una mísera novela. Miren en cambio lo que dan de sí los dramas, ya sea en formato culebrón, novela, película o Sálvame. Las canciones exitosas transmiten rupturas, peleas, tormentos, infidelidades€ Un pensador meloso da sueño. La sublime obra de Cioran se escribió desde la bendita amargura. Y si les parece baladí, ahí tienen a Juanito Valderrama y Dolores Abril. ¡Palabras mayores! En conclusión, ¡viva la bilis, el desgarro y el amor a la vinagreta!