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Seda

Entre otras efemérides más sonadas, los sabios de las letras andan estos días a vueltas con un centenario: el de la muerte de Rubén Darío. Es muy probable que hoy su nombre no suene (o apenas) en muchos oídos. Sin embargo, fue el poeta que, en la esquina del siglo XIX con el XX removió lenguaje y conceptos, revolucionó la métrica y abrió puertas al modernismo, influyendo en otros poetas, como Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado. «Máximo renovador de la forma en la poesía castellana», le llamó el historiador y crítico literario Sáinz Robles.

Tiempo atrás fue muy leído... y muy escuchado; algunos de sus versos llegaron a convertirse en frases de uso común. Aquello de «Juventud, divino tesoro», «La princesa está triste ¿qué tendrá la princesa?», «El vulgo municipal y espeso»... y persistió la imagen de Valle Inclán tal como Rubén Darío lo retrató: «Éste gran don Ramón de las barbas de chivo»...

Hoy me quedo con uno de sus sonoros versos: «Yo no ahorro ni en seda, ni en champaña, ni en flores». Y es que si hay algo que poesía y coplas populares hayan utilizado abundantemente como símbolo de belleza, lujo y encanto, ese algo es la seda. Ahora que Valencia la reivindica como elemento sustancial de nuestro recorrido histórico en la Ruta de la Seda, nada más coherente que instituir la certificación «Tejido Seda Valenciana» como patente de autenticidad a los que cumplen con las normas establecidas, refrendo de la calidad de esa exquisita materia textil que viene fabricándose desde hace más de seis siglos en la Comunitat, especialmente en Valencia. De aquí, lógicamente, había de partir „como así ha sido„ el impulso para que España se haya convertido en el 32 Estado miembro del programa Ruta de la Seda, de la OMT (Organización Mundial del Turismo). Paso siguiente es la institución de la marca TSV, Tejido Seda Valencia, para identificar y proteger la producción valenciana, diferenciándola frente a otras denominaciones.

La primera entrega de estas Certificaciones (137 en total) se efectuó en el lugar más idóneo, nuestra magnífica Lonja, que redondea sus primeros veinte años como Patrimonio de la Humanidad, y que se vio rebosante de público atento a las intervenciones de Vicente Genovés, presidente del renacido Colegio del Arte Mayor de la Seda, y del secretario autonómico de la Agencia Valenciana de Turismo, Francesc Colomer. Ambos incidieron en la utilidad de la marca TSV para industriales sederos, indumentaristas y creadores de moda; un soporte para el mantenimiento de nuestra arraigada tradición, un seguro para fabricantes y usuarios.

Industria y comercio estuvieron presentes en el acto, con firmas como Amparo Fabra, Rafael Catalá, Vives y Marí, Cotetradi y Alvaro Moliner. Legendaria y siempre actual, la seda vuelve a asociarse con todos los avales al nombre de Valencia, como una de nuestras históricas e imborrables señas de identidad.

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