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Misterios del ministerio

En muchos sentidos El ministerio del tiempo no es un producto típico de Televisión Española, pero ha logrado el mayor éxito: estrenar segunda temporada. La serie es de ciencia ficción amable, mucho más cercana al pasado que al futuro, y tal vez eso sea clave. En los últimos años a La 1 siempre le funciona mejor la ficción cuando mira al pasado. Pero esta vez arrastra a unos espectadores que son el futuro y, además, se han convertido en algo más que eso: un colectivo de fans de la serie tan aficionados que incluso se hacen llamar los ministéricos.

Si creas un producto cultural capaz de que los fans se disfracen, has triunfado. Como pasa con Star Wars o Juego de tronos pero a escala ministérica. Un hallazgo para TVE pero no el único, porque también la serie capta un público que le da una vida más allá de la emisión, conquistando un hueco en redes sociales y haciendo que sus capítulos sean muy vistos a través de la web. La enésima demostración de que hay vida más allá de los audímetros y un espectador joven que no se sienta frente a la tele, sino ante el ordenador, para ver las series a su ritmo.

El éxito siempre es un misterio huidizo en televisión. La vida te da sorpresas y la audiencia, más. Y ahí está Rodolfo Sancho, triunfador ubicuo en dos de cada tres series. Un actor con más fotogenia que registros que ha convertido su presencia casi en una garantía de buenas audiencias. Que El ministerio del tiempo triunfe en TVE tiene un punto de misterio que tal vez un día aborde Iker Jiménez en Cuarto milenio. Es cuestión de tiempo: ya le dedicó un programa a La guerra de las galaxias y desde entonces veo evidente la conexión entre la princesa Leia y la dama de Elche.

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