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La soledad era esto

Los ocho sindicalistas de Airbus han sido absueltos. Por falta de pruebas. Claro que jugaban en casa, como si dijéramos, en el Getafe obrero, ya habríamos visto en el barrio de Salamanca o en la Audiencia Nacional que, como su propio nombre indica, tiene una oreja del tamaño de la Península y alguacila a titiriteros y hasta a personajes de ficción que llevan pancartas. ¿Pancartas? Eso es lo peor: como los cómicos que ladran su rencor por las esquinas (Aznar). No me formen géneros ni colecciones de bolsillo. Militarización de los críticos teatrales. Estas cosas me rejuvenecen porque me acuerdo del juicio 1001 y los jerséis jaspeados de Marcelino Camacho con el que coincidí en la cárcel de Carabanchel, yo como choricete colorado.

Mientras tanto, se sindican los escritores porque este gobierno pretende que, al jubilarnos, renunciemos a la pensión o a los derechos de autor, como si la pensión fuera una bolsa de caridad (tome y no se lo gaste en vino, buen hombre) y no el retorno de una capitalización lograda con aportaciones mensuales de los trabajadores y de los empresarios, que también son trabajadores. Yo mismo me he pedido una ayuda para unas gafas progresivas o progresistas o bóvedas (Gila), ahora no caigo, el caso es que estoy mayor, como Javier Reverte y Luis Landero, que aparecieron el otro día en la tele para reivindicar al gremio de la letra y, como es lógico, adquirieron ese aire de desamparo y chaqueta de las rebajas que tiene cualquier currante que no ha tenido la suerte (o la desgracia) de caer en el poder oscuro de las puertas giratorias, que todo lo absorben, hasta la luz (del entendimiento).

Para la literatura y esa inercia cultural que llamamos patria, futuro o Historia, es decisiva la actividad de los ancianos. Salvo en la poesía y las canciones de amor: follar sí es cosa de jóvenes y es mejor pasarse que no llegar, a ver si este Gobierno, se entera. Prejubilan a los redactores, no pagan a los becarios y los nuevos están en el salario mínimo. Rotura de los tejidos que nos hacen únicos pero acompañados. La soledad era esto.

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