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Dos días y una noche

¿Es usted de los que suele salir el viernes noche? Yo no acostumbro a hacerlo. Si lo hiciera, tenga usted por seguro que me dormiría frente al plato y, todo sea dicho, prefiero hacerlo en mi sofá (lo de dormir, ¿eh?).

Los viernes noche en mi casa se cena pizza casera y se ve el capítulo de la última serie del momento, pero ahora a los zombies de The Walking Dead, a las historias de los personajes de Love o a las aventuras de Saul Goodman les ha salido una fuerte competencia. Porque desde hace unos viernes en mi casa el dedo apunta a Antena 3 y no se ve otra cosa que el nuevo programa de Susanna Griso Dos días y una noche. Me declaro muy fan, oiga. Quizá sea por lo aficionada que soy a las redes sociales, Instagram, y cualquier plataforma que nos enseñe un poco más la vida de esa persona que nos llama la atención, pero a mi el formato de entrevista que comenzamos a ver con Bertín Osborne y que ahora se consolida con el programa de Griso me encanta.

Está bien eso de que los programas evolucionen hacia el formato que conecta con el público sin caer en lo chabacano de realities como Gran Hermano. Porque si ahora lo que se lleva es enseñar nuestros platos de cocina en Instagram, compartir en Facebook cómo hacemos deporte o subir a Twitter nuestro último pensamiento, los programas en casa del personaje envuelven de un aura muy íntima a la entrevista de toda la vida. Sin decorados, pero con filtros, claro está. ¿O es que creía que porque Susanna duerma en casa de Cifuentes van a salir las dos en pijama? No señor. Como en esto de las redes sociales, se puede mostrar la vida de uno sin pasarse, al fin y al cabo... Insinuar siempre fue mucho mejor que enseñar.

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