Mucho se ha hablado estos días del reportaje sobre la industria textil de Salvados. Como Jordi Évole ha reconocido, no añadía nada nuevo pero se hablaba de la llamada fast fashion: compra de 70 prendas por persona y por temporada, de usar y tirar, algunas sin estrenar. Si no, no se pueden comprar nuevas, no caben. Porque hablamos de ropa barata que se guarda en armarios también baratos que montamos nosotros mismos.
Esta manera de vivir parece extenderse a la parrilla televisiva. Evitando el chiste fácil, no he tenido oportunidad de comentar el Cuestión de Tiempo de Patricia Gaztañaga en TVE. Sus malos resultados de audiencia han provocado su desaparición fulminante. Dos semanas ha durado. Por los mismos motivos también han sido eliminados Soy Noticia y Conexión Samantha.
En la misma línea, contamos los días que le quedan a Toma Partido, que se estrenaba este lunes en Cuatro. Las cadenas intentan exprimir el interés por la actualidad política y si les va bien el formato por la mañana, prueban con lo mismo por la noche pero más «digerible», más entretenido todavía, lo que parece equivaler a gritos, ningún argumento y en lugar de mesa, atriles que se iluminan de verde o rojo.
Miguel Ángel Oliver explicaba la mecánica del «novedoso» espacio: cuatro preguntas y cuatro periodistas «líderes de opinión», entre ellos, Miguel Ángel Rodríguez, que saluda como un torero. El público participa en la web y en el plató con un mando, antes y después del «vaivén de opiniones». A ver quién convence más. Hacen algo parecido en el Debate de GH VIP. Resultado: El intermedio consiguió un 13,2 % de share frente a un 3,3 %; la mitad de espectadores que su predecesora, la serie cómica Gym Tony. Esta fast tv se pasó de show. Fue trending tópic, eso sí.
