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Expediente y minoría

Ha sido regresar Expediente X y me he enganchado a la primera. Si es que soy muy flojo. Cuando la serie colonizó mi alma como en una hibridación de humano y extraterrestre, hasta puse su sintonía en mi móvil (Minority report, la serie, es, musicalmente, mucho mejor, pero los argumentos y la creación de caracteres, no): las becarias de otra vida me lanzaban la mirada de conmiseración que se dedica a un friki. Casi veinte años después, Terry Gillian (Scully) es una madona delgada, sufriente, espiritualizada, de rostro operado, y David Duchovny (Mulder), se ha pasado las últimas temporadas haciendo guarradas por California, y se le nota; ya no quiere creer, pero expresa sus crisis espirituales con el abandono de la higiene.

Quien alguna vez tuvo fe en los hombrecitos verdes, se los encontrará en los paquetes de detergente. Por eso escucho entre respetuoso y perplejo al señor Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior „el jefe de la policía„ decir que el ángel Marcelo le ayuda a encontrar aparcamiento, que es una cosa sobrenatural, en efecto. Jack Kerouak alcanzó la iluminación budista, el satori, en una gasolinera, según dijo. Y en una estación de servicio ocurre un precioso poema, titulado, precisamente, Gasolinera, de Elisabeth Bishop. Puede que un buen poema sea siempre religioso. Si el Señor anda entre pucheros, no es extraño que haga otro tanto en las estaciones de nuestro peregrinaje que son las gasolineras, ¿no? Nuestro ministro viste vírgenes con fajitas y medallas.

La paranormalidad y el orientalismo son dos ocupaciones clásicas de quienes tuvieron fe y la perdieron. Yo suelo extraviarme por la mitología hindú, que es un océano inabarcable, me encanta. Soy laico y jeffersoniano y expectante con la religión. Expediente X vuelve con más humor, se lo curran (¡ese lagarto que se convierte en hombre y se camufla como vendedor de electrodomésticos!), y el humor enfría la tensión narrativa. Y sobre la tensión sexual, Scully está hecha una madre y hay otra agente que se apellida Einstein (yo conocí a una chica de apellido Jung: me pareció irresistible).

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