La ciudad debe ser para las personas y no para los coches. Pero hasta esta obviedad resulta difícil que prospere después de tanto tiempo identificando falazmente el coche privado como el mejor medio para la movilidad urbana. Cerrado ya -y parece que definitivamente- el casi cuarto de siglo de gobierno municipal de Rita Barberá, toca recuperar una ciudad para las personas y no para la especulación, la velocidad y la contaminación, cambiando poco a poco las sólidas inercias que todos estos años han dejado como poso. Basta con darse una vuelta por ciudades europeas -y no sólo Copenhague, muchas otras italianas y francesas con estructuras similares a la nuestra- para percatarnos que hoy en día el concepto de progreso urbano se centra precisamente en la peatonalización de los centros históricos, la promoción del pequeño comercio y la convivencia en los espacios públicos. Todo ello gracias a la limitación del uso intensivo del coche privado, así como a la mejora de equipamientos y actividades impulsadas por los ayuntamientos en coordinación con diversas asociaciones cívicas. Esta es la dirección correcta para la vida buena urbana, que debe basarse en la convivencia, el disfrute del paseo sin el peligro de ser atropellados, y el intercambio comercial difuso, tan relacionado con el buen estar en las calles.

Así, la Mesa de Movilidad Sostenible presidida por el reconocido experto independiente Joan Olmos ha de ser bienvenida, al igual que la iniciativa de ir recuperando la Plaza del Ayuntamiento para actividades ciudadanas, como el mercado de productos de proximidad -con una impresionante respuesta de público- o la celebración de diversas convocatorias públicas, que reflejan la necesaria sinergia entre las concejalías de Movilidad Sostenible y Participación Ciudadana. Proyectos de recuperación de la ciudad para las personas que se ven reforzados por la progresiva creación de «zonas 30», limitando la velocidad en barrios como Ciutat Vella, Russafa o Benimaclet, aprovechando su ya instaurada cultura peatonal. Esta seria la sexta tarea titánica de los nuevos ejecutivos autonómicos y municipales: ganarle la batalla al coche privado en la movilidad, en beneficio de la ciudadanía y el medioambiente.

En este contexto de progreso bien entendido, sorprende la oposición de algunos comerciantes en relación al proyecto de peatonalización y apaciguamiento del tráfico en el entorno de la Lonja y el Mercado Central. Es más una cuestión de inercia que de lógica comercial: recordemos que la calle Músico Peydró -la llamada calle de las cesterías-, siempre llena de gente paseando y comprando, hace años también estaba abierta al tráfico y los comerciantes temían perder ventas. No lo duden, ganaremos en turismo, ganancias y disfrute de la ciudad. Tan sólo es cuestión de que la razón venza a la inercia.