Analizaba Josep Borrell en una reciente conferencia en el Club de Encuentro Manuel Broseta, su libro vendido con profusión en toda España si bien menos proporcionalmente en Cataluña según sus propias palabras, titulado «Las cuentas y los cuentos de la independencia». Advierte el autor que se trata de analizar los argumentos utilizados, principalmente por los independentistas, para justificar el «España nos roba» y cuestiona alguna de sus afirmaciones, en concreto, la de la balanza fiscal deficitaria para Cataluña por 16.000 millones de euros anuales. Sin entrar aquí a valorar los argumentos esgrimidos por Borrell, pues deben ser otros quienes, en su caso, los rebatan, sí puede ser resultar oportuno plantear una opción distinta a la que él utiliza para tratar de ofrecer, desde nuestra perspectiva, una opción que pueda contribuir a solucionar un conflicto que nos afecta a todos.

Hace unos días, el candidato Pedro Sánchez, en su discurso de investidura para la presidencia del Gobierno, utilizó la cita «una España federal para una Europa federal», que comparto como un sistema de convivencia democrática con reconocimiento de identidades que integran el Estado español, contando con la financiación que corresponda, y como una apuesta política para el conjunto de los Estados de Europa, mediante un federalismo funcional. Ante el «España se rompe», al no hacer frente a la propia complejidad de un Estado que, durante siglos, no ha resuelto el problema de las nacionalidades y regiones que lo conforman, y ante una Europa indolente más pendiente del brexit que del futuro de su unión política.

En España, desde determinados círculos del Estado, la óptica del centralismo y la intransigencia de algunas actitudes, se obstaculiza el reconocimiento de algunos territorios que presentan claros síntomas de necesitar un tratamiento diferenciado. En Europa, unos pocos deciden hoy el futuro de todos, las desigualdades se acrecientan y el proyecto se difumina. La España de todos debe avanzar en reconocer su realidad social. La Europa de hoy no puede continuar inacabada como advierte Walter Hallstein, primer presidente que fue de la Comisión Europea, atribulado por no alcanzar a contemplar todo lo que pretendía.

Los temas pendientes deben ser resueltos profundizando en la democracia, buscando soluciones ambiciosas que faciliten la convivencia sin que las diferencias supongan desigualdad pero sí reconocimiento. El problema español continúa pendiente mientras la solución no sea aceptada por las partes. Ni «España nos roba» ni «España se rompe». España debe recomponer un marco legislativo democráticamente aceptado para lo cual la propuesta de entendimiento federal va en esa dirección. La apuesta federal puede permitir la aceptación de la diversidad dentro del propio Estado y en Europa.

Mientras la Constitución Europea quedó en el camino, la nuestra debe ser reescrita atendiendo a los cambios que demanda la sociedad. «Be european, be different», ser europeos con aceptación de las diferencias pero no las discriminaciones que la actual crisis lleva consigo. Temas diversos deben ser tomados en consideración aportando soluciones que faciliten la convivencia, acaben con la desigualdad y reconozcan la generosidad del compromiso europeo. Ello supone avanzar en la profundización en la democracia, para lo cual el resultado de las elecciones generales en España puede ser una buena oportunidad. Partiendo de la voluntad de comprensión de las partes al aceptar que las cuestiones jurídicas sean acordadas tras la adopción de las correspondientes decisiones políticas.