La desigualdad ha aumentado en España diez veces más que en el resto de Europa, según constata la Agencia Estadística Europea. Es un dato devastador, pero más aún lo son las cifras que ofrece la Comunitat Valenciana: más de millón y medio de personas se encuentran en situación de riesgo de pobreza o están inmersos ya en ella. Hablamos de más del 30 % de la población. Por otra parte, cerca de 320.000 valencianos subsisten con 330 euros al mes. La tasa de pobreza severa supera el 6 %.

Datos de este tipo han sido utilizados como arma política por los nuevos progresistas. Dicen haber llegado a las instituciones para rescatar a la ciudadanía de la injusticia social, con el compromiso de hacer políticas diferentes a la ejercida por «la casta» y dispuestos a cambiar modelos. El discurso de los nuevos redentores de las necesidades sociales ha contado con el apoyo de hábitos monjiles, uniformes y togas que se han prodigado en platós televisivos.

Pues bien, el Gobierno nacido del pacto del Botánico anuncia como medida estrella para rescatar a los cientos de miles de valencianos que tienen dificultades a la hora de hacer frente a los pagos de luz, agua o gas, una partida de 3,7 millones de euros. Eso significa salir en auxilio de 50.000 familias, o lo que es lo mismo, de unas 150.000 o 200.000 personas. La medida no sería criticable si no fuera porque sólo pretende calmar la conciencia de aquellos „políticos y no políticos„ que se desgañitaron con un montón de promesas.

Analicemos el dato. Con el presupuesto aprobado por la Generalitat para esta emergencia social, a cada familia le corresponderían 74 euros. Si esta cifra la dividimos por una media de tres o cuatro miembros, se comprueba lo ridículo de la iniciativa. Ciertamente, la situación venía dada, pero tras nueve meses en el gobierno, plantear medidas de cara a la galería, con la única intención de cubrir el expediente, me parece grave. Sobre todo porque, según mis cálculos, hasta 12.000 familias podrían haberse beneficiado del programa con el dinero que las Corts Valencianes han destinado a tabletas para sus señorías.

Más de 550.000 personas en nuestra comunidad se encuentran en situación de privación material, muchas más de las que se pretende ayudar con una cuantía ridícula. Me pregunto dónde están ahora aquellos ideólogos que iban a dar la cara por la gente. Todos están ocupados en obtener sillones, ingresos para financiar el grupo o más asesores. De la casta hemos pasado al clan, con macho dominante o hembra alfa.