A mi edad, las declaraciones de los políticos no me impresionan, menos aún me emocionan y la mayor parte de las veces me aburren. Pero en ocasiones, su atrevimiento e ignorancia es tal que me sublevan. Un ejemplo es la presunción de Mariano Rajoy y su banda de que la economía va bien, así, como si se tratara del coche de la familia que carraspea en las cuestas arriba. Lo que hace que me formule algunas preguntas, como: ¿a qué economía se refiere, a la de su casa, a la del PP o a la española? Si se refiera a esta última, ¿de que tipo de economía habla, de la real, la productiva, la financiera-especulativa o simplemente la de andar por casa en pantuflas?

No se puede pontificar en economía cuando parece que solo se presta atención a las fluctuaciones del PIB o a la salud de la prima de un tal riesgo, índice tonto donde los haya. El citado Producto Interior Bruto es una cifra que no supone ser el resultado de ninguna medida tomada intencionadamente para mejorar los estándares de vida en España. Tanto es así que en algún momento, no hace mucho, a algún estúpido descerebrado se le ocurrió que el PIB habría de incrementarse con los movimientos dinerarios procedentes de la prostitución y las drogas. Finalmente alguien aplicó sentido común y esa propuesta no ha llegado a realizarse.

Sin embargo, en esas siglas se han venido incluyendo los movimientos provenientes de la especulación delirante que se desarrolló alrededor del urbanismo mal entendido y la construcción subsiguiente, hasta que se pinchó el globo. ¿Que otros índices de medición ha estimado para decir tamaña sandez? Porque haber, sí que los hay a tener en cuenta en la ecuación que determine el estado real de la economía sobre los que procuran hablarnos lo menos posible, como por ejemplo: Población activa dividida en franjas según tiempo de ocupación. Índice de emigración laboral. Renta per cápita, considerada en franjas de población. Brecha social en cifras. Detalle de procedencia de las fuentes que nutren el presupuesto. Relación salarial media entre trabajadores y puestos directivos. Fondos de reserva estatales para cubrir eventualidades. Deuda pública a la fecha, debidamente detallada. Intereses de la deuda pública a satisfacer anualmente. Avales estatales a la banca. Volumen global en inversión de las deslocalizaciones empresariales producidas durante los últimos ocho años, y puestos de trabajo anulados. Valoración de las privatizaciones de servicios públicos en los últimos ocho años y compensación dineraria percibida por el Estado. Porcentaje de rentas familiares en el PIB.

La economía no va bien, no se puede valorar en función de cómo le van las cosas a los amigos y relaciones de Rajoy, con el inestimable apoyo de su gobierno. Hay otros cuarenta millones de españoles que desautorizan su tonta apreciación, que con profundo conocimiento de causa pueden certificar que la economía no va bien y que incluso la vida de una buena parte de ellos tampoco lo hace. Váyase en paz y, por favor, no vuelva.