Un día me echaron de un grupo de Facebook pretendidamente republicano por decir que, siendo yo mismo republicano, prefiero las monarquías nórdicas a repúblicas como la de Pinochet, Hitler, la del Irak de Sadam, o la actual del EI. ¡Anatema! Inmediatamente expulsado y vilipendiado.

Algunos creen que su III República ha de venir de un cementerio o de una mezcla de nostalgia y sectarismo, todo ello de lo más antirrepublicano. Al contrario, aquel primer Gobierno republicano, multipartito, fue capaz de acometer la mayor transformación sociopolítica en España con 315 leyes que en dos años dieron la vuelta a la situación política y social. ¿De qué pasta estaban hechos aquellos políticos que desde posiciones incluso antagónicas fueron capaces de semejante eficacia a favor del pueblo?

Aquella República empezó con unas extraordinarias dotes de consenso en torno a objetivos comunes entre gentes distintas, presididas por un señor de derechas, católico y ministro de Alfonso XIII, un tal Niceto Alcalá Zamora. Me pregunto, contrastando aquellas dotes políticas con las que se adivinan de nuestra nueva clase política, si hubiera sido posible aquel primer Gobierno republicano con las tesis de quienes se opones a la investidura de Pedro Sánchez como presidente de un Gobierno de cambio y progreso que necesitamos (me incluyo) millones de personas afectadas hoy por la acción de Mariano Rajoy, como entonces lo estaban otros por la de Alfonso XIII y sus encargados.

Me preocupa mucho que pretendidos republicanos carezcan de republicanismo€ el sectarismo, el frentismo, el odio africano entre las izquierdas y entre éstas y la incipiente derecha democrática que no acaba de alzar el vuelo en España pueden dar al traste con el brote verde que apenas despunta. Esta es nuestra república, y Pedro Sánchez ha sabido verlo incorporando al moderno Alcalá Zamora a la nueva época de pretendidos diálogos, acuerdos y consensos que todos prometían para trincar poltrona en las elecciones del 20D. Como aquélla, parece que ésta nace amenazada por mil peligros, y el primero que no llegue siquiera a nacer, víctima del sectarismo de quienes si de arranque no es socialista, popular, autogestionaria, independentista (o plurinacional) y además presidida por ellos mismos, no la quieren.

La memoria histórica sirve también como advertencia y enseñanza para no repetir errores o caer en ellos por ignorancia; con estas actitudes no hubiera habido aquel Gobierno del 31€ la política se debe al pueblo, y los millones de desfavorecidos por la moderna Cedade Rajoy necesitamos urgentemente ese programa para entrar en una nueva época que repare los destrozos del PP. Sánchez ha sabido incorporar a su antagónico Rivera; ¿desperdiciarán las izquierdas verdaderas de la recta vía la ocasión de empezar a construir la República de todos, aunque haya rey? Los valores republicanistas pueden ejercerse siempre; lo demostró un solitario Pablo Iglesias Posse trabajando en el parlamento de Alfonso XIII por ellos y por un pueblo que no puede esperar al «asalto a los cielos»... ¿Estamos a su altura?