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La moda y sus fotógrafos

Estaban hechos para vivir juntos; el suyo fue algo más que un matrimonio de conveniencia. Cierto es que esa unión a ambos les venía de perlas, pero no es menos cierto que los fotógrafos, al descubrir el nuevo campo de la moda les ofrecía, se implicaron a fondo, y muchos de ellos lograron las imágenes más convincentes, atractivas „y en algunos casos, ejemplares„ de toda su producción.

En la actualidad se ha llegado a hablar de un auténtico boom de la fotografía de la moda, que cuenta con libros suntuosos, coleccionistas expertos, ventas provechosas, exhibiéndose en museos y galerías de arte del mundo entero. Recordemos algunas del presente: Irving Penn en el Smithsonian Museum de Washington, Karl Lagerfeld en la Pinacothèque de París; hace pocos meses, cincuenta autores clásicos en el Museo Balenciaga de Getaria, o las fotografías artísticas de Vogue en el Museo del Traje de Madrid. Y a partir del próximo 7 de abril, más de doscientas fotos de Helmut Newton en la casa dei Tre Oci de Venecia.

Todos, grandes nombres internacionales. Pero también ha habido, y hay, sobresalientes cámaras nacionales en este sector. Y a reivindicar su papel se dedica la exposición instalada en el Museo del Disseny de Barcelona hasta finales de este mes. Se trata de una importante muestra que reúne cerca de quinientas fotos de treinta y cinco fotógrafos españoles, fruto de una colección que abarca desde 1902 hasta hoy.

De aquella primeras tentativas, todavía inseguras, a los profesionales de amplia gama que encontraron en la moda otra faceta para enriquecer su creatividad, que empezaba a difundirse en revistas como las antiguas Mujer o Teresa, que en los años 50 publicaban los modelos de Asunción Bastida, Marbel, Vargas y Ochagavia, Carmen Mir y, desde luego, Balenciaga, Pedro Rodríguez y Pertegaz. El radio de acción se fue extendiendo hasta incluir a relevantes figuras de la fotografía española, desde el clasicismo a la vanguardia, configurando un panorama que en la citada exposición da buena cuenta de la abundantes y significativa aportación española a la fotografía de moda.

Junto a profesionales menos conocidos, destacan nombres como Manel Esclusa, María Espeus, José Manuel Ferrater, Oriol Maspons y, por supuesto, Leopoldo Pomés, que extendió su mirada urbana, arquitectónica y documental, a una moda que en los años 60 se abría paso con ímpetu. De 1969 es la foto adjunta, que Pomés ya presentó en una exposición anterior, en 2001 y que, bajo el título escueto de Cuero negro, enfatiza el interés que entonces acaparó este material, un poco elevado a estandarte de reafirmación juvenil enfrentada a modas convencionales y estilos caducos.

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