Me entero que una inmobiliaria pone a la venta la famosa academia de OT en un polígono catalán, y me viene a la mente aquel 2001 en el que un país cantaba al unísono A tu lado me siento seguro. Por entonces, Aznar gobernaba, Carlos Lozano presentaba y Pilar Tabares era el germen light de lo que en ediciones posteriores sería Risto Mejide. Antes de la era digital, los triunfitos no daban tregua en las listas de ventas de los hoy vintage compact disc, a los maestros que llevaban cantando toda su vida. La pena, es que los pobres artistas nóveles pensaban o les hicieron pensar, que la cosa iba en muy serio, y ahora, la caída del boom inmobiliario poligonero que les vio nacer, es un reflejo del camino musical que les esperaba a la mayoría de esa generación OT.
No había carreras y éxitos suficientes para tantos concursantes con dispar capacidad, porque la explosión del talento televisado trajo después sucedáneos en una época, en la que hacer un casting, llegó a convertirse en algo casi más habitual que examinarse de selectividad. Las aspiraciones de fama se hicieron realidad para muy pocos y se truncaron para muchos más. Como las efímeras Popstars, Todo por un sueño rezaba su canción, y ahí se quedaron compuestas y sin micro€ 14 años han pasado y cuando ya pensábamos que no quedaba más artistas por descubrir, viene Mediaset, el especialista en reinvención televisiva y lo llena cada fin de semana con Got Talent. La falta de vida social me obligó a descubrirlo el pasado sábado y enseguida pude comprobar porque triunfa€ Entretenimiento de alto presupuesto, con un presentador muy secundario y un jurado muy protagonista, potente y compuesto por las caras que el público más agradece. Arte, originalidad, frikis y gente con muy poca vergüenza se presentan en dosis iguales, para sorprender y apelar a la emoción del espectador que no quiere películas y política. Un reparto en serie de minutos de gloria antes de desmontar, vender el escenario y ser olvidados.
