Los valencianos deberíamos estar haciendo lobby para conseguir que el nuevo gobierno español nos sea favorable. En Bruselas, en Madrid, o en Barcelona. Los cenáculos tendrían que mantenerse incandescentes para diseñar la estrategia infalible. Una llama sagrada que fuera de éxito. Un fracaso más y no levantamos cabeza. Los valencianos necesitan un camino de no retorno. Firmemente avanzando en la resolución de los asuntos capitales. Sin ceder un palmo de terreno.

Para alcanzar los objetivos se necesita masa crítica „no la llamen sociedad civil, que ya la hemos socarrado„, los recursos adecuados, los líderes capaces, el convencimiento de que se va a conseguir y el gobierno valenciano comprometido, que ya lo tenemos. Nos falta el Gobierno de España que asuma la responsabilidad de que va a gobernar para todos los españoles, incluidos los valencianos. Sabemos, por amarga experiencia, lo que es capaz de hacer con nosotros un gobierno del PP o del PSOE en solitario. No nos vale. Ciudadanos ya ha dejado claro que los valencianos han de olvidarse de que se resuelva la deuda histórica y mantiene un clamoroso silencio sobre la financiación justa para la Comunitat Valenciana. Compromís con Joan Baldoví, a pesar del regateo de Pablo Iglesias, es la única voz estrictamente valenciana que aparece en las quinielas de las negociaciones en Madrid. Repetir elecciones sería un fracaso ruinoso. Nos la jugamos y de donde caiga la bola depende nuestro futuro.

Cuando se habla de «coalición histórica» en el nuevo frente centrista entre PSOE „Pedro Sánchez„y Ciudadanos, nos asaltan las mismas inquietudes que cuando se califica al partido de Albert Rivera de liberal-progresista. Es decir, ni liberal ni progresista. Volvemos a las nomenclaturas relativas de izquierda, derecha y centro, pero sin saber cada cuál dónde está. Necesitamos un Gobierno en Madrid que sintonice con el Consell de la calle Caballeros. Que, por convencimiento o por fuerza, no dé esquinazo a las urgencias de los valencianos.

Desde hace tiempo siento un profundo cansancio a la hora de escribir. Me parece que casi todo ya lo he visto varias veces. Mallarmé afirmaba, con bastante presunción: «Et j'ai lu tous les livres». Es una especie de indolencia a la hora de abordar los temas que nos acechan y cuyo desenlace se puede predecir. Entre Feria Valencia, RTVV y Ciegsa nos enfrentamos a un desfalco que supera los 7.000 millones de euros. Noticia fresca: el PP y el PSOE han votado en coincidencia contra la autonomía tarifaria de los puertos, entre ellos el de Valencia y el de Barcelona, en el Parlamento Europeo. El control férreo del Ministerio de Fomento impide su competitividad. ¿Los valencianos „Aurelio Martínez y su consejo de Administración„ no somos capaces de rebelarnos ante los atropellos y la sinrazón? Así nos va y aún nos pasa poco.

Estos días asistimos a la constitución en la Universitat de València, con el rector Esteban Morcillo como anfitrión, del Foro Valenciano por el Corredor Mediterráneo, ferroviario por supuesto. Es la enésima iniciativa que se auspicia, en esta ocasión dirigida por el profesor de Geografía y secretario autonómico de Infraestructuras, Josep Vicent Boira. El voluntarismo todavía asombra. Cuando amablemente me explicó esta última pirueta, le advertí que habrían de tirar las patas por el aire para no fracasar de nuevo. Cuando él ni muchos de sus acompañantes estaban en estas cosas, participé „con Vicente Iborra y Vicent Ventura„ en la operación para que la construcción „en la década de 1970„ de la Autopista del Mediterráneo „hoy AP 3„ y sus plusvalías quedaran en manos de intereses valencianos. Fue una ingenuidad. Aquel proyecto financiado con dinero del Banco Mundial „que impuso el trazado por el litoral camino de Marruecos„ era una operación donde el pescado estaba vendido de antemano. El Banco Central y Dragados le echaron la zarpa. Eran tiempos de la dictadura franquista y la corrupción no sólo existía, sino que todo el régimen era inicuo en su origen y en sus procedimientos.

Años después, en 1989, actué en la elaboración y publicación del primer informe sobre el Tren de Alta Velocidad en España. Priorizaba sin duda el eje mediterráneo que está sin hacer. La Cámara de Comercio de Valencia, que presidía Enrique Silla, hizo un esfuerzo notable, ante la indiferencia de la Generalitat Valenciana, cuando el PSOE de Felipe González y del jacobino Alfonso Guerra, mandaba en el gobierno de España. ¿Dónde van los valencianos rompiendo la concepción radial de los trazados ferroviarios y de carreteras que sigue siendo incuestionable en la obstinación centralista del Estado? Anatema y maldición.