Quién iba a decir que años después de que vuestros cuerpos descansaran de una vida injusta y difícil, de la que solo se escapa luchando por los tuyos y mirando adelante, una jueza argentina, María Servini, iba a tener en sus manos un lejano, por espacio y por tiempo, reconocimiento oficial de vuestros sufrimientos. Una asociación, Women´s Link, ha decidido presentar una querella por crímenes de género que incluye las historias de seis mujeres por la «represión específica» que sufrieron/sufristeis durante el franquismo. Una ampliación del procedimiento que se instruye desde 2010 en el Juzgado Nacional en lo Criminal número 1 de Buenos Aires, aquella demanda que no pudo sacar adelante Baltasar Garzón en vuestro propio país.

Felisa y Filomena, probablemente entendísteis las vejaciones que padecísteis como una consecuencia de haber estado en el bando de los «perdedores» „nunca lo pude saber, porque nunca me hablásteis de ello, lo supe por mis padres. El miedo perduró hasta el final de vuestros días„. Pero nada más lejos de la realidad. Vuestro sufrimiento solo fue fruto de la injusticia, la represión y la inhumanidad de un régimen político.

Y de eso se trata ahora, aunque tenga que ser a más de diez mil kilómetros de distancia. Otra injusticia más.

Reconocer que todos los padecimentos, la humillación y el dolor que impregnó vuestra piel durante tantos años sirva, al menos, para sacudir la memoria de aquellos que no lo hemos padecido, especialmente en un tiempo convulso como éste, en el que los desplazados sufren otro castigo, el de la insolidaridad.

Felisa, tuviste que abandonar tu propio pueblo llevando en un brazo a tu hijo Julio „mi padre„ y tu hija María Luisa „mi tía„ porque allí te negaban el pan y el trabajo para sacar a los tuyos adelante. ¿Por qué? Porque tu otro hijo, Nicasio, al que perdiste en la cárcel sin que te dieran mayores explicaciones, era un dirigente de UGT.

Filomena, a tí te cortaron el pelo al cero, te dieron a beber aceite de ricino en público, en medio de la plaza de tu propio pueblo y te provocaron un aborto. Y también te negaron el pan. ¿Por qué? Porque tu marido, José „mi abuelo„, fue carabinero y estuvo en el bando republicano.

Vuestras memorias quedan en estas líneas. La reparación, en manos de una jueza de Buenos Aires, María Servini.