Habla Andrés García Reche de la ausente Europa. Comparto su apreciación, pero añado que también lo está España. Europa está ausente de la geopolítica mundial, mientras en España apenas hubo referencias a la realidad europea en las recientes elecciones generales. Así, Europa sólo está presente en cuestiones presupuestarias y, recientemente, en la dramática y mal resuelta crisis de los refugiados en la que Alemania avanza y retrocede en sus decisiones por su política interior y exterior con Turquía, y arrastra a toda la Unión Europea.

Aquella ilusión con la que España firmó la adhesión, en 1986, hace treinta años, se convierte hoy en escepticismo. Claro que entonces era un club con pocos socios selectos y hoy con muchos de aluvión: antes, pudientes y hoy dependientes; antes éramos receptores de fondos, estructurales y de cohesión, y hoy somos donantes; antes tenía un efecto modernizador mientras hoy resulta decadente; antes era un ejemplo de democracia que hoy está sumida en la burocracia. Aquel club de prestigio lo es hoy de subsistencia, en el que coexisten 28 Estados „poner decir que conviven me resulta excesivo„ del que alguno quiere salir y otros establecer categorías o, lo que es lo mismo, dos velocidades.

El fenómeno no es nuevo. Ya antes de nuestra adhesión „cuenta Ramón Vilaró en su libro sobre Estados Unidos„ algunos se planteaban, en 1984, si la Unión Europea había llegado a una fase de «euroesclerosis», por el endurecimiento de su tejido social y económico, alto índice de concentración demográfica, escasos recursos de materias primas, y excesiva dependencia de Estados Unidos. Sin embargo, resultó una fase de «euroexpansión» por la creciente aceptación de nuevos miembros, tal como preveía el artículo 237 del Tratado de Roma.

Hecho lo cual, la Unión Europea se encuentra hoy, 66 años más tarde de aquel tratado, ante un difícil porvenir. El problema creciente del paro en alguno de sus Estados miembros, la emigración creciente, la incorporación de los refugiados, la obsolescencia de alguna de sus instalaciones industriales e infraestructuras, el alto nivel de vida alcanzado que debe mantenerse y las dificultades para la coordinación de políticas económicas y fiscales „la monetaria tiene su club limitado a los 19 socios del euro„ cuestionan qué puede hacerse cuando algunos de los síntomas revelan cansancio.

En épocas de crisis es cuando la Unión Europea puede ser más eficaz. Ante las crisis sociales, la respuesta conjunta es urgente. Para las cuestiones económicas el conocimiento acumulado de los Estados miembros permite ofrecer alternativas. La Unión Europea ha de reencontrar su papel en el contexto geopolítico mundial, que España no puede ignorar. Y tampoco Valencia, que siempre estuvo presente en Bruselas con el Comité de Gestión de Frutos Cítricos, la oficina de las Cámaras de Comercio y de la Generalitat, y, con ello debe plantear temas que nos conciernen como, por ejemplo, el eje prioritario para el transporte ferroviario de mercancías desde la cuenca del Rin-Ródano al Mediterráneo occidental.