Hija de la Laguna es un precioso documental de esperanza. Es un canto a la necesidad de unas nuevas relaciones entre el ser humano y la naturaleza. Es el testimonio de un pueblo agrícola en los Andes de Perú que no quieren ver como sus recursos naturales, sus "seres vivos" (el agua, la tierra), puedan ser esquilmados por la lógica irracional de la explotación masiva para la obtención de minerales con los que fabricar objetos de lujo con destino al primer mundo. La desecación de bofedales de altura en la montaña andina, donde tradicionalmente las poblaciones indígenas han encontrado sustento y víveres para poder desarrollarse, es un crimen no sólo ambiental, sino que condena a las poblaciones que allí viven a desprenderse del medio que les proporciona la vida, a dejar sus casas y a emigrar a no se sabe dónde. Un modo silencioso pero igualmente dramático de perder la vida. Denunciamos en este primer mundo los abusos cometidos contra el medio natural y nos lamentamos al darnos cuenta del destrozo causado en aras a un supuesto progreso colectivo. Pero apenas nos inmutamos ese deterioro, ese expolio, ocurre a miles de kilómetros pero también lo hemos provocado nosotros. Recomiendo encarecidamente que se vea este documental. Su protagonista, Nélida, pese a su juventud, irradia la fuerza, la energía, de aquellas personas que creen y defienden las causas justas. Ver esta película es, sin duda, uno de esos momentos en los que uno puede reconciliarse con el ser humano y su creencia en un mundo mejor.