Los atentados de Bruselas, como sus precedentes en París, han puesto de relieve que la Yihad ha transformado la naturaleza de la guerra. Los islamistas saben que no pueden competir con los ejércitos regulares en campo abierto y han convertido en sustantiva lo que antes conocíamos como guerra de guerrillas. En realidad, el objeto es inspirar un terror urbano que amedrente a la población civil.

Los Estados han de aprender a reaccionar contra ese odio y la manera más eficaz es la infiltración. Ha sido una táctica militar tradicional pero ahora la dificultad reside en identificar a tiempo a los agresores. Es un capítulo bastante nuevo pero esta nueva guerra ha nacido para quedarse, de modo que los gobiernos tendrán que idear, y también mantener en secreto, formas sutiles de descubrir al enemigo antes de que ataque.

Se abre un nuevo capítulo en la inteligencia militar y pronto, nuestros cuarteles, nuestra policía estarán poblados de especialistas en antiterrorismo. Se precisa conocer mejor la naturaleza del odio islámico y penetrar en sus escuelas de adoctrinamiento. No será fácil pero, a la larga, será muy fructífero.