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Perfume indiano

Es indiscutible que los ciudadanos corrientes que toman el tren de cercanías de Madrid o el metro de Bruselas o el bus en Londres, el joven que sale a escuchar música y tomar una copa en el Bataclán parisino, no tienen ninguna culpa de los bombardeos contra «objetivos» del Estado Islámico, que casi siempre se llevan por delante una cantidad llamativa de viejos, niños y mujeres inermes. Unos bombardeos que practican, con idéntica ecuanimidad, americanos y turcos, rusos y franceses, israelíes y lo que queda -más bien poco- de los estados iraquí y sirio cuando a los sátrapas que los dirigen les parece que la población civil no es tan adicta al régimen como sería de desear.

Nuestros gobiernos sí son responsables de haber atacado Iraq -o haber prestado coberturas logísticas y apoyos políticos- sin mediar agresión previa; de haber contribuido, con entusiasmo, a la ocupación de Afganistán, como si cada afgano hubiese puesto un libro de gasolina para los aviones que los viejos amigos del Pentágono -Bin Laden y compañía- estrellaron contra las Torres Gemelas. De haber atacado Libia cuando el veleidoso y lunático Gadafi ya era un pacificado escudero de los intereses de Occidente. De haber creído que se podía armar a la oposición siria y derrocar a la dinastía Al Asad en un par de meses.

Hasta para hacer las cosas mal, hace falta un poco de inteligencia. En un pasado reciente los países europeos fueron viables gracias a las extensas colonias en las periferias y a las periódicas expansiones bélicas entre pariguales, una situación que se mantuvo desde que Francia y más tarde de Inglaterra despuntaron hasta ayer. La persecución en territorio europeo de los yihaidistas tropieza con residuos absurdos de soberanía mal entendida, con minucias en papel timbrado, ordenes y suplicatorios, se ve que esto es más difícil de abatir que los aranceles. Pero es imprescindible para ganarles. Y para muscular Europa. Eso y dejar de apoyar a tiranías de plantilla saudí que causan tanto desconsuelo, armado o sin armar, en el mundo, musulmán o no.

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