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Martí

A la manera valenciana

El gobierno que comparten Ximo Puig y Mónica Oltra se ha puesto de moda en Madrid, pero la que mejor queda siempre es la vicepresidenta, que además ha hecho de puente entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

El mapa electoral actual deja el territorio valenciano como una isla fuera de las dos tendencias progresistas en España. Mientras que el PSOE domina el tercio meridional, Podemos crece en las zonas litorales y Madrid. Lógico, pues el socialismo deriva cada vez más hacia un partido de corte andaluz, mientras los círculos morados se nutren de jóvenes universitarios. Frente al clientelismo particular del sur y la contrastada arrogancia podemita, el progresismo valenciano construye un relato con los restos del modelo antiguo del PSPV y la vanguardista Compromís.

Por primera vez en la historia de la democracia reciente, un elector de izquierdas puede elegir entre dos papeletas útiles. Está es la base que garantiza el primer cuatrienio de coalición en el Consell. Pese a las disfunciones patentes, e Isaura Navarro y Vicent Flor mediante, los socialdemócratas autóctonos y la coalición ecovalencianista necesitan fortalecer sus lazos más que nunca, para ocupar lentamente el espacio de los de Pablo Iglesias aquí, con un papel irrelevante a un Antonio Montiel que sólo tiene como carta escondida retrasar la puesta en marcha de la televisión pública. El punto en común de Pedro Sánchez e Iglesias es Mónica Oltra. Si finalmente hay un gobierno de cambio en España, ahora o tras unas nuevas elecciones, la vicepresidenta elevará aún más su figura, y Compromís estará en disposición de convertirse en la fuerza mayoritaria entre los progresistas valencianos. Además, Ximo Puig podrá centrarse en exclusiva en la Generalitat, pues su apuesta por el centralismo cañí que representa la sultana andaluza es un desliz impropio de alguien que pretende situarse en el ámbito valencianista. El PSPV, que con Puig cosechó los peores resultados de su historia, será socio de Compromís cuando Oltra sea presidenta, y los nuevos dirigentes, como Jorge Rodríguez, interpreten de verdad la nueva socialdemocracia.

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