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Niños, a la mesa

Recuerdo la voz de mi madre llamándonos para comer. Al principio era algo rápido. Se asomaba a la calle, y casi sin mirarnos soltaba su reclamo. Ninguno le hacíamos caso, y seguíamos retozando en la tierra del bancal o correteando por el cerro. La segunda vez era de otra manera. Se apostaba en la esquina, miraba a uno, y sin decir nada señalaba la puerta de la casa con el dedo tieso. Al final, con la alpargata en la mano, empezaba la fiesta volando sobre nuestras cabezas un obús que a veces se podía esquivar y otras, las más, estallaba en la espalda o te ponía los muslos de salmonete. La comida era sagrada. La comida es sagrada. No es sólo alimentarse. Es algo más. En nuestro país, muchísimo más. Forma parte de nuestra de nuestra vida, se piensa en comer aunque estés en la mesa, se planea la cena con delectación, se piden recetas que te han gustado, y sabes valorar si un plato está rico, o bien porque te sorprende la primera vez que lo pruebas o bien porque te recuerda a aquellos sabores de la infancia. El gusto y el olfato tienen un poder tan evocador que nos conforman. La televisión sabe eso, y por eso la cocina, las recetas, la alimentación, los consejos para comer bien, y barato, y fresco, salpican la programación de todas las cadenas. Perdón, menos Telecinco, que desde que dejó de contar con Karlos Arguiñano sólo sirve platos grasientos, tóxicos, vulgares, basura. Hubo un intento de contar con otro programa de cocina muy en la línea de la cadena, pero ni siquiera el cocinero vasco, el cachondo David de Jorge, que ofrecía verdaderos alardes de mal gusto, pudo remontar esa hora de la mañana, así que la cadena cortó el chorizo, el tocino, el morcón y la fritanga del cocinero de las «guarrindongadas» y puso otras vísceras, las que ahora trajina Emma García con el nombre de Mujeres y hombres, pero dejemos estos esputos alejados de nuestra mesa por ahora.

La BBC, en España. Que la cocina y sus alrededores interesan parece claro. La 1 siempre atendió estos menesteres. Incluso en exceso. En el magacín de la mañana, con sección propia, y en el magacín de la tarde, cuando los de España directo hacían la ruta del restaurante español allá por donde tocara „no sé si lo siguen haciendo porque ni siquiera sé si todavía hacen el programa, que acabó presentándolo Roberto Leal, programa que nació decadente y ahora es un símbolo del derrumbe de la tele pública al que no hace caso nadie„. Hablar hoy de programas de cocina en La 1 es hablar de Torres en la cocina, que presentan los gemelos Javier y Sergio Torres, un par de tipos que poco a poco han sabido sacarle chicha a la tele porque al principio, las primeras veces que salían en Cocina2, en un viaje gastronómico por las recetas más llamativas de cada zona del país, parecían no estar en su ambiente, como sobrepasados por lo que tenían alrededor. El programa se emitía después de Masterchef, otro de cocina que ha hecho mucho para que los fogones interesen a grandes y pequeños „con Masterchef junior„. Y como no hay cocinero catódico sin libro, los gemelos Torres también tienen ya el suyo. En Antena 3, para resumir, está Karlos Arguiñano, ese campeón que lleva años divulgando la buena alimentación, que no tiene que ver ni con lo caro ni con lo difícil. Pero la tele, lo digo una vez más, es espectáculo. Y aquí llega Alberto Chicote, el hombre orquesta. Lo mismo hace aspavientos, con el morro así, para abajo, como los toros antes de la embestida, mirando a cámara con ojos de morlaco exagerando el asco que le da lo que ha visto en el restaurante de Pesadilla en la cocina, que se deja hipnotizar en el teatrillo de 1, 2, 3, hipnotízame, presenta con maneras de gran show Superalimentos, como hizo el lunes para Antena 3, en la misma línea de Mitos de los alimentos, o lleva la batuta en Top Chef. El tío es listo, dice que su producto fetiche, ese que no puede faltarle, y que cuando viaja va con él, es el aceite de oliva virgen extra. Yo también lo hago. El aceite fue uno de los alimentos que se analizaron en el programa, quedando claro que tomar buen aceite es como si regaras tus arterias con agua de la sierra. Interesa tanto lo que ponemos en la mesa que hasta The trip, programa de BBC Two, grabará en España su tercera temporada, que cuenta con Steve Coogan y Rob Bridon, actores que recorrerán nuestro país para descubrir, entre risas, nuestros tesoros culinarios.

15.000 al mes. Hace unos días veíamos con horror al moranco César Cadaval muy sonriente sujetando un rifle de caza, sin ser Juan Carlos de Borbón, ante un guepardo abatido. ¿Piensa el humorista carnívoro zamparse unos lomos de ese cadáver, o sólo mata bellos ejemplares como un rey salvaje por amor a la caza? En El chiringuito de Pepe, lo más cercano en la cadena de Paolo Vasile a la gastronomía clásica, es decir, lo que entra por la boca para alimentar tu cuerpo, dejando al margen lo que entra por tu cabeza para intoxicar tu coco, no ponen lomos de guepardo, y hasta el aceite traspasa la pantalla y huele a fritanga, a grasa revenida, a tufo de rancho. Seguro que Dani Rovira habrá pensado en ese asco para quedarse hecho un fideo, tal como lo hemos vistos en fotos para adaptarse al nuevo personaje que interpreta en 100 metros, Ramón, enfermo de esclerosis múltiple. No es que el malagueño tuviera lorzas como para repartir jamón a la puerta del cine, pero más de un kilo ha perdido, y se nota. Según hemos sabido, quienes no pasarán hambre conociendo lo que ganan al año es la gente de esta lista. Ana Rosa Quintana, unos 4 millones. Pablo Motos, otros tantos. Jesús Vázquez, 3, como Jorge Javier Vázquez. Y así hasta los 2 millones de Matías Prats o el millón y pico de Bertín Osborne en su salto a Telecinco. De modo que los 360. 000 euros de Wyoming son migajas. Para qué hablar de lo que gana la pobre Mariló Montero, que se conforma con poco más de 170.000. Qué injusta es la vida con Mariló ¿Quién puede vivir con 15.000 euros al mes? ¿Qué pones para comer? ¿Cómo les dices a tus hijos vamos, que la mesa está puesta?

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