Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El paseíllo televisado

Esta legislatura incierta, de nueva y televisada política, ofrecía esta semana la enésima imagen novedosa. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias haciendo un paseíllo mediático hasta el Congreso para escenificar que volvían al ruedo negociador. El término taurino lo define la RAE como el desfile de las cuadrillas antes de comenzar la corrida y encaja bien en el fondo y en la forma con lo que pretendía la imagen. Una imagen distendida y amigable de dos enemigos íntimos condenados a entenderse o a afrontar de nuevo el vértigo electoral. Imagen que ningún medio puede resistirse a amplificar, planificada por la politología para valer más que mil palabras. A falta de conocer el fondo, es innegable que la política se esfuerza por brindarnos formas.

Los equipos de comunicación de los partidos son conscientes de que las imágenes de dos señores reunidos está muy vista. Si no va acompañada de algún titular destacable sabe a poco, aunque cualquier detalle no verbal pueda convertirse durante unas horas en objeto de análisis: juegos de miradas, expresión corporal, gestos... Pero da mucho más juego propiciar una escena nueva que llevar a la televisión, a las portadas y las redes sociales, por evidente que resulte su teatralización. Puro teatro, pero útil para alimentar la insaciable voracidad de imágenes que devoran la televisión e internet a toda velocidad.

Curiosamente, el miércoles por la mañana, mientras los cabezas de lista de PSOE y Podemos volvían a hablar, era Jordi Évole con quien hablaba Mariano Rajoy en Moncloa. Tras cuatro años de negativas, el presidente del Gobierno ha aceptado la entrevista que esta noche emite Salvados. ¿Por qué? Porque es innegable que la partida política se juega mucho en las pantallas y a golpe de imagen. Esto obliga a todos los actores a salir de su zona de confort y multiplicarse en la televisión que les resulta cómoda y en la que no. El infoshow ya es parte de su trabajo, como entendió Pablo Iglesias mucho antes de llegar al Congreso. Él vuelve mañana a divertirse a El hormiguero y no tardará demasiado en sentarse con Bertín en su casa, en Telecinco o donde toque.

UNA MIERDA. Disculpen la vulgaridad, pero la palabra viene a cuento porque se escuchó en el programa de Pablo Motos esta semana. La concursante ha de elegir entre dos opciones: un premio es bueno y el otro, pues no. El otro resulta ser una mierda, con todas las letras, colocada en un pedestal. Se puede decir más alto pero no podía quedar más claro. La simbólica calabaza Ruperta del Un, dos, tres€ es ya vestigio de la televisión familiar del pasado, menos explícita pero muchísimo más elegante.

Compartir el artículo

stats