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Ídolos y chulos

Como pertenecemos a ese mundo católico (romano u ortodoxo) que vivió del principio de autoridad y, por tanto, fuimos los últimos en incorporarnos a los usos democráticos, junto a rusos, portugueses y demás ralea, nos harán falta dos o tres generaciones más para ponernos al corriente. Mientras tanto habremos de seguir oyendo bobadas proferidas con absoluta convicción. Por ejemplo que habrían de gobernar los técnicos (o los empresarios). Pero si un técnico (o empresario) es investido con el manto púrpura del poder a los cinco minutos ya se siente el Elegido y ha ordenado una docena de ejecuciones, es un decir, como aquel carnívoro gallego que respondía al nombre de Manuel Fraga. En este caso, es el hábito el que hace al monje (y además, oculta su erección).

Así pues, las aclamaciones que sufre Donald Trump por ser millonario (ya que no veo por qué otra cosa podría ser aclamado, la peluquería extrema no es apreciada por las masas obreras y campesinas), apenas encubre, como en el caso de Berlusconi, la esperanza (vana) de tener tanto dinero (y churris) como él, con perfecta ignorancia del principio sociológico que dice que a cada minuto nace un panoli y ya le están esperando, a puerta gayola, tipos como Trump para devorarlo sin contemplaciones. Si uno no puede ser millonario ni tener la señora de Trump (lo único inteligible del cotarro), aceptaría, como consolación, poder darle bastonazos a un mejicano. Todo muy cristiano y occidental.

Más cerca de nosotros, y a raíz de un libro de Ada Colau, se ha dicho y repetido que Pablo Iglesias es arrogante. Y eso en el país de Felipe y Aznar, que nos gobernaron mucho tiempo, al parecer a plena satisfacción. Cómo no va a ser chulo si es joven, español, de Madrid, le funciona la empresa que montó y tiene novias guapas. La unidad política básica no es ni la familia, ni el municipio, ni el sindicato, sino la pandilla. Un día aparecen nuestros hijos, vestidos todos por el mismo patrón, a buen paso y proclamando que acaban de descubrir el sentido de la vida gracias a su dominio del inglés y la teoría política. A ver si ahora es verdad.

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