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De Las Vegas a Pyongyang

La izquierda está imponiendo su imaginario a la hora de gobernar al tiempo que va alterando los ejes de la convivencia establecidos hasta el momento: primar al colectivo sobre el individuo, profundizar en sus ideas-fuerza clásicas, hacer bandera de la solidaridad o la regeneración institucional o su forma de entender el compromiso social, etc. Están en su derecho después de más de cuatro lustros en la oposición de la misma forma que a los demás nos asiste la razón para cuestionar si su gestión beneficia a la mayoría o no.

Refugiados. Fue Andrés Perelló quien dijo en sede parlamentaria „aludiendo a los viajes institucionales„ aquello de que la diferencia entre Dios y Zaplana era que mientras el primero estaba en todas partes el segundo ya había estado. Aplicando su programa de prioridades y descendiendo algún grado en el oráculo, Mónica Oltra se ha adelantado al Papa Bergoglio „díganle visionaria„ a la hora de focalizar un problema que Europa no está gestionando bien y sobre el que volverá sobre sus pasos: los refugiados.

Marina Real. Propone la vicepresidenta „no es nuevo„ acoger a un buen puñado de hombres, mujeres y niños en la Marina Real de Valencia para que se convierta en nuestra isla de Ellis doméstica. Como todo está encadenado, su discutida iniciativa afecta directamente a la antigua dársena portuaria, que además de ser la mejor marina de Europa también es la gran asignatura pendiente de la Administración. La Marina concita confusión, incertidumbre y desgobierno, un auténtico campo de minas para su nuevo rector Vicent Llorens.

El Casino. La última polémica en este entorno tiene que ver y mucho con el citado imaginario que los nuevos gobiernos pretenden aplicar y con la dictadura de las ideas. El Ayuntamiento de Valencia ha rechazado un proyecto de ocio, turismo y juego que „huelga decir según sus impulsores„ solucionaba de por vida los problemas financieros del Consorcio. La consecuencia es que se visibiliza una ecuación tan maniquea como eficaz: refugiados sí. Turismo intensivo, no. ¿Dirían que el gobierno municipal es esclavo de sus tópicos ideológicos? Haciendo historia, no hace falta remontarse a Junio Bruto para cerciorarse de que Valencia es el resultado siglos de ocurrencias sedimentarias. Escarbas en Ciutat Vella y puedes encontrarte los ancestros de Grezzi. La última página en el diseño urbano la escribió el PP para completar una urbe enfocada a la grandiosidad, a los servicios y el turismo, con éxitos como la Copa América o fiascos como la Fórmula 1.

El Cambio. Quienes hoy nos gobiernan han bebido de las fuentes del CEPS, embrión de Podemos con padrinos bolivarianos, que es como si Trump invirtiera en FAES. El nuevo gobierno municipal pretende «una ciudad más amable con el peatón» y la erradicación del vehículo privado. La persecución soterrada de las motocicletas, la creación de aparcamientos disuasorios para automovilistas recalcitrantes o una mayor tributación para el indeseado contaminante están en el horizonte. Sin embargo uno de los elementos que más han llamado la atención ha sido el rechazo al hotel-casino.

Rechazo. Asegura el gobierno municipal y sus apéndices que el proyecto era humo, que la solvencia financiera de los promotores era inexistente y que pretendían monopolizar toda la Marina. Hoy deben estar vendiendo el chiringuito a otro municipio más audaz, con menos melindres o menos escrúpulos. El caso es que los padres del proyecto han seguido los mismos pasos que el tal Addelson de Eurovegas. Resulta complicado juzgar con criterio el proyecto aunque políticos con crédito como Manuel Mata ya han destripado la idea en este periódico para justificar que aquello no había por donde cogerlo. Así las cosas no se trata tanto de discernir sobre si Ribó y sus socios „no todos bien avenidos en esta iniciativa„ han favorecido o no a los valencianos con su decisión. Lo que debería preocuparnos es que todo proyecto que llegara al registro de entrada municipal fuera ninguneado exclusivamente desde la óptica de las ideas. Imaginen que alguien pretendiera gestionar el urbanismo, la movilidad, el tratamiento de residuos o el culebrón de Puerto Mediterráneo „por ejemplo„ desde el prisma del chavismo.

Las Vegas. Si el proyecto del casino no era viable „venga ya esa transparencia„ hacen bien en largar a los charlatanes de feria. Si no, ojo con las comparaciones. En ese sentido no parece que el primer edil tuviera su mejor día cuando pronunció la frase con la que pretendía defenderse de quienes le critican por ahuyentar la inversión extranjera: «No queremos que Valencia se convierta en otra Las Vegas». Alto ahí. ¿Cómo ha dicho usted? Se puede entender que a determinada izquierda le produzca urticaria el modelo de vida de cualquier acaudalado. Que su ética o su estética les sean ajenas. Atenderíamos incluso a la posibilidad de que la catedral del juego norteamericana no reúna las virtudes de la Arcadia feliz socializada y socializante que sí observan algunos en Venezuela. Pero repudiar Las Vegas...

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