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El tripartito contra los cirios

No hay manera. Los políticos del tripartito se niegan a entrar en las iglesias, concatedrales y catedrales. ¿Tienen miedo a contaminarse de catolicismo? ¿Les marea el perfume del incienso? ¿Acaso les perjudica la humedad? ¿O tal vez será que no soportan el olor a cirio?

Dejando de lado a Joan Ribó, que presenció la Semana Santa Marinera desde el balcón de un piso particular, cuyo propietario sería, casi seguro, del PCPV o de Salvem el Cabanyal -¡qué ridiculez: el alcalde de todos los valencianos y valencianas haciéndole un feo a la acendrada fe de los Poblados Marítimos!-, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, no quiso traspasar el umbral de la concatedral de Alicante con motivo de la procesión religiosa de la Santa Faz, con más de 500 años de historia. Data de 1489.

¿A qué fue a Alicante, pues? Según han informado los medios de comunicación, tanto él como otros miembros (y miembras) del tripartito se sumaron a la romería religiosa (recorrido: 8 kilómetros) formando un grupito de disidentes, casi en la cola del pelotón. Llegaron media hora después que el señor obispo, don Jesús Murgui, de caminar ligero.

Al president Puig y los suyos estuvo a punto de recogerlos el «coche escoba», automóvil imprescindible en las grandes vueltas ciclistas (Tour de Francia, Giro de Italia o Vuelta a España), para albergar a los corredores que han sufrido una pájara o que ya no pueden pedalear más.

Lo que más desmoraliza a un ciclista profesional es bajarse de su bicicleta de carreras y subir al coche escoba. Muchos lloran, de rabia e impotencia. Pero estos políticos progresistas son de otra pasta, de la pancista pasta de los políticos. Y si pensaran que iban a recibir recompensa electoral, entrarían, de rodillas, en todas las iglesias, catedrales, concatedrales y monasterios.

Es muy curioso y abracadante la libertad religiosa del tripartito. Ribó, vestido de payés, en un balcón privado. Puig, en la cola de la «serpiente multicolor». Oltra (tiene el apellido de una camisería, la que estuvo en el Pasaje de Ripalda) se vistió de fallera 2016 y fue a la ofrenda de flores de la Maredeueta. Carmen Alborch (hablamos del pasado), a pesar de ser o no ser del PSPV (ministra de Cultura y portavoz del PSPV del ayuntamiento de Valencia), siempre encontraba un hueco en su agenda, entre una pasarela de modelos y otra pasarela de modelos, para asistir al tumultuoso Traslado de la Virgen de los Desamparados.

Parece que este descontrol en el tripartito obedece a que algunas de sus cabezas pensantes calculan que participar en actos católicos les resta votos, pero otras consideran que se inscriben en tradiciones, muy arraigadas, de los valencianos (y valencianas), y suman electores ateos. Es una interpretación maquiavélica de la cuestión. Pero es que los políticos son, salvo excepciones, maniobreros y astutos.

No lo hemos visto en persona, pero es seguro que el «nostre president» ha ido a más de una boda católica o una comunión en la bella y armónica Iglesia Arciprestal de Santa María la Mayor (Morella), de estilo gótico, muy elogiada por Joan Fuster en «Viatge pel País Valencià». Después de concluida la ceremonia, si los contrayentes o los padres de la criatura / criaturo, eran familia o amigos /as muy cercanos / as, irían a comer a Casa Roque. ¿A que sí? Y más habiendo sido alcalde de Morella desde 1995 hasta 2007.

Decimos más: fue periodista en Radio Popular, paradójicamente «la cadena de los obispos», como es motejada por la izquierda. Es cierto, ¿y qué? ¿Es más -o menos- objetiva que la cadena SER, del grupo PRISA? Juzguen sin prejuicios ideológicos guerracivilistas. Puig fue director general de Relaciones Institucionales e Informativas la Generalitat, con Joan Lerma. Entonces entraban en las iglesias. Las actitudes reseñadas nos parecen un puro infantilismo.

Lo prioritario es, aquí y ahora, averiguar dónde está escondido Pedro Almodóvar, la musa del PSOE.

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