Con frecuencia, pensar es pensar en lo uno y en lo otro (frío-calor; amigo-enemigo; día-noche; sol-luna; izquierda-derecha; dios-demonio...). Así que, a poco que te pongas a pensar en algo reciente, te sale de inmediato una lista analógica, una especie de libro de la contabilidad mental con sus entradas y salidas, sus haberes y deberes. Les pongo una ejemplo o un ejercicio que ustedes pueden completar: papeles de Panamá-carne siria; paraíso fiscal-infierno de Idomeni; evasores-refugiados; inmoralidad legal-moralidad ilegal; fácil y posible de salir-difícil e improbable de entrar; capitales sin fronteras-personas frontrerizas; fugas en frío-devoluciones en caliente; libre circulación-asentamiento forzoso; globalización-localización; ricos-pobres; poderosos-impotentes; yate-balsa; culpables-inocentes; grandes vidas-pequeñas muertes... Pueden seguir, hasta que la fatiga de la imaginación acabe con su pensamiento. Corolario y en fin: si uno atiende la lista con los nombres que aparecen en los papeles de limpiarse el culo de Panamá, entiende perfectamente por qué no se acaba con los paraísos fiscales y demás antros de perdición o por qué no se ilegalizan con alguna eficacia deseable esas prácticas financieras indecentes: los que tienen el poder de hacerlo son quienes se aprovechan de su existencia. Probablemente, los mismos que buscan refugios opacos para su dinero oscuro y asilo económico para sus patrimonios, son los que niegan el derecho al asilo y la condición de refugiado a las víctimas de sus guerras. Los que quieren lo Uno y no quieren lo Otro.

Siguiendo con lo anterior, y abundando: creo que padezco putinofobia absoluta, es decir, una putinofobia incapaz de imaginar lo otro, la putinofilia. Si hay algún putinófilo le rogaría acuse de recibo.

El otro día, en el Congreso, todos los grupos políticos aprobaron la propuesta de la pospuesta reforma del Estatut con la intención de adecuar las inversiones del Estado a la población de la comunidad o país. Todos menos Ciudadanos o C´s: según su portavoz, aquello no fue más que un brindis al sol. Estos cosmopolitas no se mojan en la defensa de la aldea. Al margen de que todo brindis lo es al sol si no quiere uno que se le derrame el líquido, Ciudadanos defiende un sentido común que les mantiene cargados de razón, pero irresolutos. Es cierto que el acuerdo no condiciona al Gobierno en funciones, tan cierto como que hay un tiempo necesario para las intenciones y los compromisos y un tiempo posterior para su puesta en práctica. Tampoco aprobaríamos la Declaración universal de los derechos humanos por su sistemático y general incumplimiento, o la Constitución y el Código Penal. Yo qué sé. Exigir una financiación justa, aquí y ahora, es un primer paso para conseguirla, es decir, algo preferible a no exigirla. Lo contrario parece que les da igual o que no la quieren. (Otro tanto con la Lomce).