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Raso y junto al palo

Julián García Candau

Quique, de medio centro a portero

Quique Martín Navarro fue portero improvisado. Su primer equipo federado fue el Club Deportivo Villarreal, al término de la Guerra Civil, y lo hizo como medio centro. En este equipo que desapareció poco después y dejó a la población durante varios años sin fútbol federado, acudía a los entrenamientos, y a los pocos partidos que disputó, en bicicleta desde Castellón donde residía con unos tíos.

Quique era en aquellos tiempos casi un gigante por su estatura. Justamente la posición de medio centro le permitía acciones defensivas y el juego de cabeza en el que sacaba ventaja a sus adversarios. El compañero con el que iba a Villarreal fue fichado por el Club Deportivo Castellón y recomendó que se le contratara.

En El Sequiol, campo del club castellonense, siguió como defensa central que era el puesto con el que se denominaba antes al medio centro. Según me contó, casi por broma, en unos entrenamientos mostró grandes cualidades para ser guardameta. El Castellón había recuperado a Nebot y contaba en su nómina con Marzá. A ellos, posteriormente se unió Pérez que había regresado de los campos de copncentraación franceses.

En la campaña 41-42. Quique formó parte del equipo amateur del Castellón y ya compaginó el campo con la meta. En la temporada 42-43 el club aún contaba con Nebot y Pérez. Marzá ya había sido fichado por el Real Madrid.

En aquellos días surgió la oportunidad para Quique. El 17 de enero del 43, el entrenador tuvo problemas para componer la alineación y le preguntó si se atrevía a jugar como guardameta pese a que todavía tenía más tendencia a ser medio centro. «Le dije que sí», me contó, «y ya fui siempre portero». Fue en San Mamés y el Athletic, entonces Atlético por razones políticas, venció por 4-0 lo que no fue el mejor debú.

Si se buscan los antecedentes del portero se puede tropezar con que en la primera actuación figuró como Martín, su apellido. Después, Pérez recuperó la titularidad y Quique, de nuevo como Martín, fue alineado en Vigo (5-0). Contra el Español, el 4 de abril, ya constó como Quique y la derrota ue por 3-1. Siguió otra goleada en Bilbao, por 7-0, y otra vez Martín. Se desquitó contra los vascos en El Sequiol con victoria de 2-1.

En esta ocasión como Quique, con él jugaron Baiges, Melenchón; Santacatalina, Guillén Santolaria; Ruano, Hernández (Valensianet) Basilio Andrade y Pizá. Quique jugó con el Castellón de los mejores años. Ascendió a Primera y ello fue un gran acontecimiento en el fútbol regional. Eduardo Cubells dijo de aquél conjunto que era «el equipo más notable del fútbol español».

Con el traspaso de Pérez al Atlético de Madrid y la retirada de Nebot, el Castellón encomendó ls portería a Higinio y Benavent, Quique ya estaba en el Barcelona club del que era hasta su muerte el decano, como también del Valencia y Castellón. Del C.D.Villarreal no porque aquél club no existe.

Quique ingresó en el Barça con Velasco, guardameta titular y con figuras de la época como César, Mariano Martín, Escolá, Calvet, Gonzalvo III, Seguer, Sans y la contradicción política de la época dado que era capitán un medio volante apellidado Franco.

Quique no tuvo fortuna porque Velasco le tapó la titularidad. Su llegada al Valencia fue su reivindicación como futbolista. Pasó de jugar cuatro partidos a convertirse en figura mítica gracias al triunfo de la Copa de 1954, en la que festejó el triunfo sentándose en el larguero. Fue su revancha porque dos años antes el Barça había vencido al Valencia en la prórroga y con prácticamente diez jugadores puesto que Asensi estaba lesionado y no había sustituciones. Con Quique viajé a La Coruña con motivo del ascenso del Levante. Él y Ramón Balaguer compusieron un equipo que no solo ascendió a Primera sino que en Vallejo dio alguna tarde gloriosa como ante el Barça.

A Quique le dediqué junto a unos amigos una peña con su nombre que participó en los campeonatos locales de juveniles. En el viaje a La Coruña tuve ocasión de que me narrara aquellos años de medio centro y sus desplazamientos en bicicleta.

Quique nunca dejó de ser un hombre sencillo y mis últimas conversaciones telefónicas, ya con voz tomada por los años, se sentía un hombre feliz por haber sido campeón con el Valencia y haber sido el míster ascensor del Levante. Los niños de aquella tarde del 54, conocida por la radio, siempre tendremos en la memoria su fotografía histórica. Como portero fue mejor que lo que puede representar la anécdota. Y sobre todo, fue gran persona.

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