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Maite Mercado

Encadenados

Parecía que nunca llegaría pero todo pasa y anoche, por fin, acabó Gran Hermano VIP 4. Al cierre de este diario, o al menos de esta columna, todo apuntaba a que Laura se llevaría el maletín con los cien mil euros. Los malpensados están convencidos de que el triunfo de la joven está pactado desde el principio, como pasó en la edición anterior con Belén Esteban enfundada en su pijama animal print, en un reality de famosillos convertido en una sucursal al servicio de Sálvame, con dos colaboradoras y la hija de Kiko Matamoros como concursantes.

Si hubo sorpresa, da exactamente igual. Los dos finalistas han ganado. Carlos Lozano va a conseguir lo que pretendía al entrar en la casa de Guadalix: volver a trabajar aquí y en televisión. Dicen que presentará el próximo Granjero busca esposa en Cuatro. Su ex, Mónica Hoyos, que le defendía en los debates, es la nueva «asesora del amor» en Mujeres y hombres y viceversa.

El antiguo presentador de Operación Triunfo ha demostrado que sabe del medio y del formato, sacando lo peor de cada uno, provocando broncas antes de las galas, fingiendo perder el control para después disculparse; incluso hablaba solo para dar juego en los platós. El que quiera ganar GH tiene en Lozano al maestro Yoda de la estrategia.

En estos último días de los casi cien que han estirado el espacio, ha habido tiempo para concentraciones de «lauristas» y «lozanistas» en las que tuvo que intervenir la policía. También la Guardia Civil, que en Twitter, escribía: «No pierdas los papeles por programas de la tele». Mientras, vamos conociendo, nombre a nombre como en los Papeles de Panamá, a los intrépidos supervivientes que llegan la semana que viene para seguir generando contenidos marca Mediaset; sin un respiro.

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