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Martí

El carrer de les impertinències

Los actuales gobernantes deberían conocer que en pleno barrio Xerea de Valencia, cerca de la plaza de Sant Bult, hay un callejón con un nombre apropiado para circunstancias especiales, al que se debería acudir para intentar que la desafección no se desborde

Por cuestiones que vienen al caso, la persistente falta de un auditorio digno para grandes actuaciones en directo, me encontré el sábado por la noche callejeando. Una forma como cualquier otra para paliar la espera hasta que los chicos de La Raíz dieran por concluido su exitoso concierto. Entonces descubrí una calle nueva cuyo nombre me sedujo. Es más, de haber podido elegir me hubiera gustado nacer en ese pequeño callejón del barrio judío del cap i casal, pegado a la plaza de Sant Bult.

El Carrer de les Impertinències está a escasos metros de la plaza Tetuán y sale directo al actual Consulado de Colombia, enfrente del coqueto Colegio de Abogados. Encuriosado desde entonces, parece que el bautizo de la callejuela data antes del siglo XVIII, pues ya figura en los primeros planos impresos de la ciudad. Sin embargo, no he encontrado la causa a tan misterioso nombre, ni algún suceso relacionado. A la espera que algún sabio me alumbre, sigo intrigado, pues además de las acepciones más conocidas de impertinente, también se refería a esos anteojos antiguos que tenían un fino manguito para sujetarlos delante de los ojos. Igual había un incipiente taller óptico en el callejón, pues el oficio de pulidor de lentes era muy propio de los descendientes de la comunidad judía de la época.

Tras los últimos desacuerdos públicos del Consell, los otros ya irán saliendo, así como la falta de acuerdo para formar gobierno en España, no estaría mal que el alcalde Ribó convocará en la calle Impertinències a Ximo Puig, Mónica Oltra y Antonio Montiel para afinar un poco más el pacto botánico, pero sobre todo para que sus tropas respectivas dejen de mirarse de reojo. En caso de que la terapia funcione, se podría dar el paso definitivo para evitar las elecciones, y en la misma mesa añadir un silla para que Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera se sienten, con la condición que el primero que se levante queda eliminado.

Aunque igual esa aportación a la valenciana manera resulta bastante impertinente.

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