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Berlín se indigna con Draghi

Anda el Gobierno de Berlín indignado con Mario Draghi. Se acusa al presidente del Banco Central Europeo de ir demasiado por libre y se le acusa de tener más en cuenta a las alegres «cigarras» del Sur, como su propia patria italiana, que a las «hormigas» del Norte.

El Banco Central Europeo se creó a imagen y semejanza del Bundesbank germano, pero su supuesto apartamiento bajo Draghi del rigor que los alemanes esperan de una institución de ese tipo es motivo creciente de preocupación en ese país.

Como escribía esta semana el semanario Der Spiegel, con sus compras masivas de títulos de los países miembros por un total próximo a los 2.000 millones, el BCE se ha convertido «en el mayor acreedor estatal de la historia».

Y ahora Draghi se permite incluso calificar de «idea interesante» la metafórica propuesta lanzada un tanto en broma por algún economista de arrojar directamente dinero a ciudadanos y empresas desde un helicóptero para soslayar a los bancos.

Con lo cual se abaratará aún más el euro y el dinero ahorrado o invertido en fondos de pensión por los alemanes va a valer pronto poco o nada, según queja generalizada, que están explotando con éxito un partido populista y eurófobo como Alternativa para Alemania.

Pero también la gran banca y las aseguradoras muestran cada vez más inquietud por el rumbo que ha tomado el BCE bajo Draghi con su política de intereses no ya sólo bajos, sino últimamente incluso negativos.

Cobrando a los bancos por aparcar su dinero en el BCE, éste trata de animarlos a aumentar sus créditos para ver si así se logra dinamizar la economía, sin que hasta ahora esa fórmula parezca dar el resultado esperado.

Tanto en la cancillería federal como en el ministerio de Economía de Berlín aumenta, según la prensa, la irritación con el abaratamiento del dinero y la consiguiente devaluación de los ahorros, de lo cual se culpa a Draghi.

Aunque se evita poner en tela de juicio la independencia del BCE, en el ministerio de Finanzas que dirige el poderoso Wolfgang Schäuble se considera que Draghi podría estarse extralimitarse y convendría llamarle en ese caso al orden.

Y el BCE sobrepasaría su mandato legal, se piensa en Berlín, si recurriese a la compra directa con dinero fresco impreso por el propio BCE de la deuda a corto plazo emitida por los diferentes Gobiernos para inyectarla así, sin pasar pos los bancos, en la economía real.

Si eso llegara a producirse, escribe Der Spiegel, el Gobierno alemán podría interponer una demanda jurídica contra el BCE para intentar aclarar cuál es el mandato exacto de la institución y si Draghi hubiese sobrepasado sus límites.

La coalición gobernante está muy preocupada por los importantes avances logrados por el nuevo partido Alternativa para Alemania en las recientes elecciones regionales, que atribuyen no sólo a la desastrosa gestión de la crisis de los refugiados sino también al rechazo del euro y la nostalgia del marco.

Los ataques más duros contra Draghi proceden en cualquier caso de la gobernante Unión Cristianosocial bávara, cuyo ministro de Finanzas ha calificado la política de intereses cero del banco de «ataque directo al patrimonio de millones de alemanes que han depositado su dinero en cuentas de ahorro o seguros de vida».

Pero también los responsables de las grandes aseguradoras como Munich Re o Allianz truenan últimamente contra el BCE, al que acusan de devaluar el dinero de los ahorradores mientras advierten de que, de seguir así las cosas, los alemanes tendrán que trabajar hasta los setenta o más años.

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