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Islam bueno

Estamos destinados al conflicto y después de haber conocido las religiones como atmósfera pesada y baja en oxígeno, en donde había que mover, a la fuerza, todas las energías humanas, ahora tenemos dificultades hasta para verla como mitología, lo que, sumado a la ignorancia del latín y de la historia del arte, provoca que cualquier jovenzuelo sumergido en una catedral desplace menos ideas y emociones que un mosquito en vuelo.

Mientras, más de un interesado en vender armas o comprar votos se frota las manos ante la supuesta inevitabilidad de una cruzada porque los moros son así de extremos, nos dicen. Como si no tuvieran esa dimensión feroz todos los monoteísmos, empezando por el judío, y hasta los aparentes politeísmos pues viendo a Rodrigo Rato y a Marcos Benavent tan devotos del budismo, me entran ganas de hacerme de misa diaria. Cantada. Michel Onfray («Pensar el islam»), un filósofo francés que hizo profesión de fe de ateísmo y que hasta desnudó las terapias freudianas como una forma de brujería, propone un laicismo menos radical y un entendimiento con el «islam bueno», es decir con cualquier islam pacífico, democrático y no incorregiblemente machista que, como cualquier otra creencia, medre entre la confianza y la vigilancia.

Somos realmente raros. Nos gusta presumir de herencia cristiana pero, tras haber colaborado en la destrucción de varios estados árabes, ahora nos molestan los refugiados a quienes hemos echado de casa. Ni siquiera hemos podido garantizar la vida y la seguridad de los cristianos de Irak o Siria. Durante mucho tiempo hemos permitido que Arabia Saudí o los Emiratos designaran a los predicadores de las mezquitas que, lógicamente, trasmitían un Corán lleno de resabios feroces y primitivos. Hay tradiciones democráticas, como la de Inglaterra o EE UU, mas pactistas y cordiales con las diversas iglesias y hasta el Imperio Romano tenía sus pontífices: para tender puentes, amparar todos los credos, subvencionarlos si era preciso y asegurar que cada Dios estaría en el Panteón. Y en la casa de todos.

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