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Reforma electoral: un maquillaje importantísimo

Una de las muchas reformas de ley que quiere implantar el Consell en esta legislatura es la de la Ley Electoral valenciana. A tal efecto, la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, creó una comisión de expertos para que configuraran un informe, cuyo contenido más importante ha sido difundido esta semana en Levante-EMV. Con la excepción de la propuesta del profesor Martín Cubas (que buscaría adaptar el modelo alemán del doble voto), más ambiciosa, los cambios propuestos por los expertos tienden a modificar algunas cuestiones específicas de la ley actual.

Lo cual no significa que estos cambios «cosméticos» carezcan de importancia. Todo lo contrario. Puede que las leyes electorales no sean un tema apasionante, pero su importancia es crucial, porque todas ellas condicionan el tipo de representación, de distribución electoral y sistema de partidos, y en última instancia de democracia, en el que nos movemos. Un sistema mayoritario, por ejemplo, nos aboca al bipartidismo, como sucede en EEUU o Gran Bretaña. Un sistema proporcional dificulta la configuración de mayorías. Un sistema que no es ni una cosa ni la otra, como el español (proporcional, pero corregido por la asignación directa de escaños a las provincias menos pobladas), ? tiende a llevarnos a un modelo bipartidista «corregido» por la aparición de partidos minoritarios que a veces son cruciales en la configuración de mayorías. Y, en un grado de mínima credibilidad de los actores políticos convencionales, nos lleva al escenario actual, previo a la repetición de las elecciones.

Dos son los cambios fundamentales, a efectos electorales, que proponen los expertos. El primero, la rebaja del mínimo necesario para obtener representación, del 5% al 3%. Se trata de una vieja reivindicación de la izquierda valenciana, que ha visto, elección tras elección, cómo una parte no menor de los votantes se quedaba fuera (singularmente el Bloc, pero también UV y, en las últimas elecciones, EUPV). Precisamente por el mismo motivo, el PP siempre se negó a cambiarlo. El segundo, la redistribución de los escaños por provincias, obedece a un desequilibrio muy marcado a favor de la provincia de Castellón: cada provincia recibe directamente veinte escaños, con independencia de la población, a los que se suman los que realmente corresponden por el censo. Y esto tiene como resultado que Castelló reparte 24 escaños, por 35 Alicante y 40 Valencia, a pesar de que el censo de votantes de Alicante es tres veces mayor que el de Castellón, y el de Valencia casi cinco veces superior. Es decir: que un voto en Castelló es mucho más valioso que en Alicante o Valencia. Los expertos proponen reducir este desequilibrio, aunque no se eliminaría por completo.

Estos dos cambios, aunque parezcan pequeños, supondrían una modificación muy importante del panorama electoral, y por ende político, valenciano. En las últimas elecciones, por ejemplo, EUPV habría entrado en las Corts. También habría cambiado la distribución de los escaños, quizás perjudicando a los dos partidos más votados, PP y PSPV, que obtuvieron su mejor resultado en la provincia de Castelló (y el peor en la de Valencia, la más poblada). Por otra parte, el hecho de que cambien las reglas cambién supone que cambien las estrategias que siguen tanto los partidos políticos como los electores. Por ejemplo, es previsible que los partidos atiendan menos a los habitantes de la provincia de Castelló de lo que lo hacen en la actualidad. Y que algunos votantes primen menos la lógica del voto útil y de no «tirar el voto» a la hora de escoger su opción electoral. Lo que, a su vez, contribuye a beneficiar a los partidos minoritarios.

Con independencia de a quién favorezcan los cambios, sí que hay que decir que, sin ninguna duda, éstos son positivos. Uno de los objetivos más importantes de todo sistema de representación es, precisamente, hacer lo necesario para que el mayor número de votantes posible se vea representado en las instituciones; y que lo sea, además, con cierta ecuanimidad. Ambos objetivos se verían reforzados por una reforma como la que se está debatiendo. Aunque parezca cosmética.

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