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Vicente

Somos unos mindundis

Por lo visto todo el que es alguien tiene en Panamá una sociedad offshore mientras que los mindundis aún no sabemos ni lo que son más allá de constatar que aquí sólo pagamos impuestos como dios manda los asalariados.

Lo que es un milagro es que mal que bien este país vaya tirando. Del ex ministro Soria a Rodrigo Rato, la hermana del rey Juan Carlos, la amiga íntima Corina, Messi, Bertín Osborne o Vargas Llosa, e incluso supuestos progres como Pedro Almodóvar o Imanol Arias. Todos en Panamá. Jackie Chan, también, pero éste no tributa aquí así que él verá. Otra que ha aparecido en los papeles de Panamá ha sido la mujer de Felipe González, María del Mar García Vaquero, pero no pasa nada porque en el PSOE dicen que no la conocen y además eso fue antes de casarse con el expresidente socialista lo que por lo visto exime a González de pronunciarse sobre el tema. Es lo que tiene esto de juntarse con gente que se rodea de yates y va de vacaciones al Caribe, que a uno le cambian los parámetros y parecen otros.

Tenía yo un amigo muy izquierdoso que, sin embargo, se derretía cuando veía a la hija de un empresario del pueblo, con sus mechas perfectas y su ropa de marca, pero en su descargo hay que decir que ella estaba más mona con un chándal que nosotras con un vestido de noche. María del Mar García Vaquero es de esas. Tiene 57 años y es la mediana de cuatro hermanos, tres de ellas chicas de las que dicen que son inseparables y tienen una especial predilección por los hombres ricos. En El Español las llamaban el otro día las clones cazafortunas. La mayor está casada con un rico empresario mexicano 20 años mayor que ella y, la pequeña, con el multimillonario empresario Pedro Trapote, dueño por ejemplo de las discotecas Joy Eslava y Pachá.

Mar hizo sus pinitos antes de conocer a González pero sus ex nunca fueron tan ricos como sus cuñados. Felipe González tampoco, suponemos, pero no les debe ir mal porque más de una vez se les ha visto en el Caribe, o en un yate tomando el sol; viven en un pisito en Madrid de 400 metros cuadrados y los fines de semana suelen ir a descansar a la finca de 50 hectáreas que tienen en Cáceres. Por supuesto que Felipe González tiene derecho a pasearse en un yate, faltaría más, pero a los tontitos que idealizamos a «Isidoro» se nos hace raro.

Y mira que aquí nos conformamos con poco, con que toda la panda de Panamá, de las Caimán, de Belize, Bahamas o Liechtenstein disimulen un pelo y no nos restrieguen el humo del habano por la nariz a los que, entre pitos y flautas, se nos va medio sueldo en impuestos, no sea que nos cansemos y dejemos de creernos que esto sólo puede marchar si contribuimos todos.

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