«Pero, ¡dónde vamos a ir a parar?», dice el abuelito impotente, cada vez que lee un periódico o ve las noticias en televisión. La desazón que tenemos prácticamente la totalidad de la ciudadanía ante el sinfin de corruptelas es frustrante; pero esto aún no tiene pinta de mejorar. El parón al que nos tienen sometidos nuestros políticos se arregla con mucha fibra y nuevas elecciones, pero la diarrea mental del tripartito valencianono tiene solución. Las instituciones valencianas se han convertido en una cueva de ladrones. Ha quedado demostrado que en España han robado muchos de todos los partidos que han estado en el poder; estamos saturados y a veces pienso que sería mejor vivir en la ignorancia.

Pero robar dinero del erario público no es la única forma de robar en política como nos demuestra día a día el tripartito de PSPV, Compromis y Podemos. ¿O acaso no es una forma de robar cuando la vicepresidenta Mónica Oltra, siembra la duda en nuestra forma de vida, en nuestras creencias y en nuestra historia? ¿O cuando el conseller Vicent Marzà pisotea nuestro pasado, niega el idioma valenciano para favorecer al catalán y promueve los peligrosos países catalanes? ¿O que la concejala de patrimonio de Valencia, María Oliver, utilice espacios públicos para enfrentar a asociaciones cristianas, vicentinas o del Corpus? Y que el concejal Pere Fuset intente catalanizar las Fallas también es robar. Como vulnerar la ley de símbolos del Estatuto de Autonomía colgando la bandera de Cataluña allá donde gobiernan PSPV, Compromis y Podemos. O que Ramon Ferrer, presidente de la AVL, se gaste 3 millones de euros para decir que el valenciano es catalán. Eso, ¿qué es?

El presidente Ximo Puig dice que vemos fantasmas, pero están muy vivos. Hemos visto la última estelada independentista profanando las Torres de Serranos por parte del grupo antisistema Endavant, al que el famoso gobierno a la valenciana apoya. Como también ayuda a la asociación catalanista Escola Valenciana, pagada con fondos españoles, dedicada hacer apología secesionista y adoctrinamiento independentista por los pueblos valencianos.

También sabemos de la reunión del president Puig con Manuel Forcano, del instituto catalán Ramón Llull, para formalizar la unidad de la lengua y centralizar la cultura catalana en todo el mediterráneo desde Barcelona. Eso no son fantasmas, son la cruda, inmunda y sucia realidad. La violación de la cultura e identidad propia de los valencianos es la constante del gobierno del tripartito y su objetivo es convertirnos en un apéndice de Cataluña previo genocidio cultural.

Anteriores dirigentes robaron dinero del pueblo y tienen que pagar por ello. Pero los actuales gobernantes de la Comunitat Valenciana nos están robando mucho más. Nos roban el tiempo, la dignidad, la cultura, la historia y el futuro. Y como estos bienes no tienen precio, para esta clase ladrones no hay condena suficiente, ni perdón posible.