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Julio Monreal

En la procesión y repicando

Cuando el calor de agosto aprieta, todo Elx, medio Alicante y todo ciudadano valenciano con sensibilidad hacia la cultura y el patrimonio vibran ante la inminencia de la representación del Misteri en la basílica de Santa María, el drama sacrolírico que emociona al mundo y por ello ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la Unesco.

¿Llenan el templo devotos católicos atraídos por el sentimiento interior ante la muerte de la Virgen María y su ascensión a los cielos? Habrá muchos, seguro, pero la mayoría del respetuoso público que abarrota el templo aprecia la participación del pueblo en la teatralización, la música, las voces... un hecho cultural y una seña de identidad.

Los responsables del Real Colegio Seminario del Corpus Christi de Valencia, el gran templo dedicado a la eucaristía que fundó el Patriarca San Juan de Ribera hace más de 500 años, han decidido suprimir del programa de actos de la fiesta dedicada al cuerpo de Cristo la conocida como «danza de los seises», un baile protagonizado por infantes que el Patriarca trasladó a Valencia desde su Sevilla natal y para el que él mismo escribió la letra, aportando la música el ilustre valenciano Juan Bautista Comes.

Resta religiosidad. Es la escueta respuesta que ha trascendido desde el interior de los muros infranqueables del Colegio Seminario. El público, según parece, asiste a disfrutar de la danza en mayor medida que a experimentar recogimiento y fe.

Hoy es el día en que la Iglesia celebra la Mare de Deu dels Desemparats, patrona de los valencianos y, desde ayer tarde, generala de la Guardia Civil por autorización expresa del Gobierno de Mariano Rajoy, que ha desplegado durante su mandato una relación privilegiada con la madre de Jesucristo. Personas que en todo el año no pisan un templo pelean hoy por ocupar una buena posición para presenciar el emotivo traslado de la imagen desde la basílica a la que da nombre hasta la Catedral metropolitana o participar directamente en él intentando tocar el manto que porta la imagen.

El fenómeno religioso se mezcla con el cultural y social en la historia de España de tal forma que en muchos casos es imposible tratarlos por separado. Y es así porque la Iglesia lo quiso de esa manera y lo fomentó. La fiesta del Corpus Christi es la fiesta mayor de la ciudad de Valencia, y su organización ha corrido a cargo del ayuntamiento de la capital desde que se instituyó. Suyas son las Rocas; suyos los trajes de los personajes bíblicos, suyos los rollos en los que se recoge dibujado el orden y el detalle de la procesión...

La Iglesia es la depositaria de muchos de esos bienes materiales e inmateriales que a lo largo de los siglos los fieles pusieron en sus manos con donaciones e inquisiciones, pero no puede arrogarse el título de única propietaria y administradora caprichosa de ese patrimonio. Una institución que siempre ha utilizado la teatralidad de sus ritos para adquirir y mantener una posición de privilegio no puede recurrir ahora a la condena del espectáculo porque resta sentimiento. Los rectores del Colegio del Patriarca hacen mal en suprimir las «danzas de los seises» lamentando que el público va a verlas por su interés cultural y plástico en mayor medida que por su trascendencia mística, y yerran al liquidar un baile del que son legatarios por línea directa de su fundador con la misma opacidad que transmite la Sicav de más de cuatro millones de euros de la que es titular el Real Colegio. El Patricarca es una especie de isla dentro de la iglesia valenciana, todo hay que decirlo en descargo de la responsabilidad del cardenal y arzobispo Antonio Cañizares, metido por fin en estos días a poner orden en la universidad que gestaron su predecesor García Gasco y el ex presidente Francisco Camps, que acude a sus aulas cada vez que quiere decir algo en público.

En suma, se impone un acuerdo para salvar y mantener aquello que las instituciones y las sociedades aprecian como valioso en las tradiciones, sean religiosas o civiles. Y habrá que pulir esos valores, porque no tiene sentido que se defienda a ultranza la presencia de las fuerzas armadas de un Estado aconfesional en la procesión con una custodia de plata que según el rito religioso contiene el cuerpo de Cristo mientras se critica con ferocidad al alcalde Joan Ribó por cumplir la Constitución y no presidir misas ni procesiones a las que su gobierno apoya económicamente por lo que tienen de uso social arraigado. A la ceremonia religiosa se puede ir o no ir, pero quienes tienen bajo su tutela elementos singulares del patrimonio de todos, como la danza de los seises, no pueden disponer de ellos como un bien privativo, aunque su titularidad le dé derecho a cobrar un precio por mostrarlos, como hacen el Vaticano y casi todas las catedrales del mundo para el acceso al templo o al tesoro. Por eso mismo, por la importancia de los bienes que se guardan bajo los campanarios, se justifican inversiones públicas con dinero de todos en su mantenimiento. También entre los muros del Patriarca. Seguro que hay una solución para los seises.

La lista conjunta de la izquierda al Senado tiene el tallo lleno de rosas y espinas

Puede que no salga adelante, pero la candidatura unitaria de la izquierda valenciana que se fragua para el Senado impulsada por el presidente de la Generalitat Ximo Puig es un arma de doble filo para los socialistas. De un lado, la lista con candidatos del PSPV-PSOE, Compromis, Podemos y Esquerra Unida fortalecería el Govern de la Generalitat en momentos de especiales turbulencias como son las campañas electorales. Y también podría dar un vuelco a los resultados habituales, en los que el PP arrasa hasta el punto de lograr mayoría absoluta en la Cámara Alta. Sin embargo, este nuevo Pacte del Botànic ampliado alinearía a los del puño y la rosa con las fuerzas políticas con las que su líder, Pedro Sánchez, no ha sido capaz de alcanzar un acuerdo de gobierno para relevar a Mariano Rajoy, por su afán de incluir a la derecha naranja de Ciudadanos en el convoy. Seguramente por eso, el delegado de Sánchez en Valencia y cicerone de éste en su visita a las Fallas, el diputado José Luis Ábalos, intenta dinamitar la apuesta. Como recoge el Eclesiastés, que pone la frase en la boca del rey Salomón, nada nuevo hay bajo el sol.

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