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Aurora roja

El mismo día que Mariano Rajoy, el ídolo de la canción inmóvil y muda (y su mariachi Albert Rivera) denunciaba el inminente desembarco de los bolcheviques (cubiertos por el fuego del acorazado Aurora), el antiguo diputado valenciano por el PP Vicente Martínez Pujalte, era acusado por la Fiscalía de cohecho y falsedad (supuestamente ingresó dinero de empresas fantasmas por servicios aparentes muy distintos de los reales). Por si se les ha olvidado, ya que memorable no parece, Pujalte era el diputado que, en unión de Eduardo Zaplana y algún otro malandrín, se reía a carcajadas „en un estilo entre hiena y teleñeco„ mientras prestaba testimonio en el Congeso Pilar Manjón, la portavoz de las víctimas del 11M. Muy poco cristiano y nada humanista.

Ahora, según Rajoy (y Rivera), los «extremistas y radicales» (sic) persiguen un contacto espiritista con el ectoplasma de Lenin con la ayuda de Rappel que, a estas alturas, ya debe de ser trotskista. Pero no era Trotsky, sino Rita Barberá quien regalaba entre los concejales chóferes particulares, guardaespaldas y tarjetas de crédito. No parece comunista el antiguo ministro y presidente balear, Jaume Matas, pese a lo cual, le han embargado su palacio demediado, pero para hacer frente a responsabilidades judiciales. La situación de Esperanza Aguirre es aún más cómica: rodeada de trapaceros, por decirlo suavemente, y aupada por dos fuguillas, pretende pasar por rubia tonta y desavisada, inocente.

Hace falta la energía de Hércules y el caudal de un río (desviado) para limpiar los muladares en los que el PP metió mano. En resumen: no temen que los comunistas voten comunista, eso ya ocurrió muchas veces sin consecuencias, sino que muchos votemos otra cosa, de modo que haya alguna esperanza de reforma política y usos más limpios, la vieja socialdemocracia busque algún entendimiento con la nueva y nunca se olvide que los comunistas son un peligro, sobre todo para los comunistas, cuando no tienen oposición y contrapesos: como los católicos, los ruralistas, los monárquicos, los prerrafaelitas o los vegetarianos.

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