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Trons i bombardes en la festa de la Palometa

El teatro en Valencia nació en el seno de la Catedral, en las representaciones que su Cabildo„ sus canónigos han solido ser grandes ilustrados„ organizaba con motivo de las grandes solemnidades litúrgicas. Era una manera didáctica de acercar los misterios de la Biblia al pueblo no instruido, que «no restaba religiosidad», la aumentaba.

En llegar el día de Pentecostés, cincuenta días después de la Pascua de Resurrección, ya desde el siglo XIII, al poco de la reconquista jaimina, dentro del templo matriz se escenificaba La Palometa o La Colometa, que siempre ha sido icono del Espíritu Santo, una manera de significarlo.

Era un espectáculo de gran boato, como los que acostumbramos a hacer en nuestra tierra, de mucho bombo y platillo, en absoluto falto de pólvora. Dentro del mismo templo los efectos especiales estaban hechos a base de disparos de pólvora. Había que expresar sonoramente cómo los cielos se abrían para que bajara sobre la Virgen y los apóstoles el Espíritu Santo en el cenáculo. Tanto fuego de artificio se lanzaba que en varias ocasiones provocaron incendios.

El escenario lo levantaban en el espacio existente entre el altar mayor y el coro éste situado hasta l pasada guerra en la nave central. Había figuras vivientes y los populares bultos que representaban a personajes bíblicos. Los vivos llevaban caretas que dibujaban los rostros de quienes representaban. Los actores siempre eran clérigos, ni laicos ni mujeres podían actuar. La Virgen María era representada por una imagen o estatua. El resto de papeles femeninos eran actuados por hombres. La Iglesia ha pecado por lo general de misógina a lo largo de su historia. A las mujeres las consideraban causa de perversión.

El presbiterio era decorado como un teatro, con toda clase de elementos escenográficos y en lo alto de la bóveda del cimborio instalaban un mecanismo que hacía descender La Palometa con gran acompañamiento de disparo de truenos. La rica documentación que conserva el Archivo Histórico de la Catedral nos detalla el tancar y obrir lo cel, € la acción de La Palometa per lo moviment de un molinet,€ els cresolets que le acompañaban para simular las lenguas de fuego€

El canónigo e historiador Sanchis Sivera, quien pasó su vida leyendo y organizando legajos de este interesante Archivo, encontró recibos de los pagos que se hacía en el siglo XV por cosas que se compraban para esta representación. Son curiosos: tres lliures de lata per fornir lo nuvol gran e cels€ quatre pergamins per fer nuvols ales portes de la manegueta€ tres lliures de polvora per als cohets trons e bombardes€ XX lliures de roses per lançar com lo cel se obri€ paper engrutat per fer ales als serpahins€tres poliges grans de noguer pera les rodes de la colometa€ plom per fer les cresoletes€ og per esclarir lo sol e la luena€ una manilla de ferro per al mohiment que tiren la colometa€ sabo moll per a les talles€ quatre lliures de carboper tendrer foc alt al cembori per metre foc als trons en bombardes,€

La representación se hacía por las mañanas y se cubría los ventanales con telas que se izaban o arriaban según había sol o luna, luz u oscuridad. Al terminar la obra se pagaba a los actores dos reals para que se fueran a comer.

Con esta experiencia coral, coreográfica, actoral, de efectos especiales y tramoyista fue lógico que el teatro laico naciera en Valencia del teatro religioso que se hacía en la Catedral, pero esto no se produciría hasta que dicho teatro, llamado también misteris, saliera de dentro del templo catedralicio y se representara en calles y plazas, lo que ocurrió con los misteris de Corpus, lugar teológico popular de donde nacería exactamente el teatro laico.

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