Está demostrado que el viento violento provoca estragos en la sociedad, no sólo económicos, sino también ambientales. Es un riesgo para la vida de las personas humanas. Los vientos más fuertes pueden arrasar bosques, y esto es un caldo de cultivo para los incendios durante las sequías... y especialmente durante el verano. Muchos días de vientos intensos provocan emergencias por árboles caídos en la ciudad, o daños en mobiliario urbano. Pero lo más peligroso del viento es la muerte de personas por la caída de árboles y piezas del mobiliario urbano, o el desprendimiento de partes de casas o incluso caídas de paredes. Lamentablemente gran parte de España está expuesta a frecuentes ventiscas intensas. Las zonas más vulnerables son las áreas costeras, más pobladas y donde el viento es más fuerte por la menor fricción con la topografía, como es el caso de zonas con una orografía compleja. Los vientos de poniente en el litoral cantábrico y mediterráneo, Meseta Norte, el cierzo en el valle del Ebro, la tramontana en el Empordà o el viento de levante en el estrecho de Gibraltar son algunos de los ejemplos de vientos intensos peligrosos. También tenemos el caso de algunos días con violentos vientos del sur en la costa cantábrica, como los que provocaron el gran incendio de Santander de febrero de 1941. Las zonas más ventosas son las cordilleras pues, al ser áreas elevadas, están menos influenciadas por el rozamiento del viento con la superficie terrestre, pero también lo son los fines de la línea de la costa, el Cabo de Creus, Estaca de Bares, el Cabo de Machicaco, etc.