En contra de una cierta corriente de opinión (probablemente mayoritaria ahora mismo), creo que los asesores sí son necesarios en los gobiernos. Sin embargo, siempre deben cumplir dos requisitos básicos, algo que no siempre ocurre: el de la competencia y el de cumplir una función necesaria. A los cargos políticos les toca llevar el timón, y al personal de la Administración ejecutar los planes lo mejor posible. Sin embargo, no es su función resolver dudas o ayudar a trazar la (difusa) línea de acciones políticas, más aún en el País Valenciano, donde nos encontramos con una de las tasas de empleados públicos más bajas de todo el Estado (junto con Cataluña y Baleares).

Por eso fue un error tratar de reducir al máximo estos puestos en el Consell: al margen de resultados esperpénticos, como llevar casi un año sin directores de parques naturales, el ahorro (frente a otras medidas) es testimonial. En algunos casos, además, pone en jaque el funcionamiento interno de algunos departamentos que arrastran desde hace años un déficit muy preocupante de personal. Un buen asesor soluciona muchos problemas y crea muy pocos.

El president de la Generalitat „la figura, no la persona„ puede y debe tener multitud de asesores: desde los que le guíen en las apariciones públicas „la forma„, hasta los que le resuelvan dudas y le ayuden a decidirse sobre distintos temas „el fondo. Nadie tiene la obligación de saber de todo, porque es imposible: para ello están los asesores, o los libros, si uno tiene tiempo.

Ximo Puig tiene un abanico bastante amplio de asesores, pero insuficiente, a mi juicio. Para alguien que tiene como dos de los ejes de su política el cambio de modelo productivo y la voluntad de coser el País Valenciano, echo en falta pefiles que le asesoren de medio ambiente y también de ciencia. Para ser una persona culta y capaz de entender el mundo de hoy en día, pero más aún para edificar un nuevo liderazgo económico y social, es imprescindible conocer cómo funciona la ciencia y las bases científicas de desarrollo económico y humano. Más aún: para reconstruir el país después de la depredación de la burbuja, para coserlo y entender el papel de especies, ecosistemas, comunidades locales y espacios protegidos, hay que saber de medio ambiente. Hay que entender la interconexión de procesos, las consecuencias de actuar de una determinada forma (o de no hacerlo), el reto que supone el cambio climático, la gravedad a la que se enfrenta el territorio valenciano. Cualquier cosa que construyamos la haremos sobre el suelo, nuestro suelo, así que mejor conozcámoslo antes. Es lo que haría un buen agricultor.

Creo que Puig tiene visión y ambición, y más importante aún, un proyecto. Aún por dibujar, que cojea de alguna pata, que necesita un remiendo al poco de empezar, pero un proyecto al fin y al cabo. Y también estoy convencido de que podrá materializarlo más rápidamente y mejor si cuenta con dos de las herramientas intelectuales más potentes de que disponemos, el conocimiento de la realidad física, para protegerla y mejorarla; y la ciencia, como base del cambio de paradigma de desarrollo. A la manera de Obama, cuyo indiscutible liderazgo climático y ambiental no surge de la nada „sino de asesores competentes, formados y con ideas„ albergo la certeza de que si el president Puig se rodease de un par de expertos en ciencia y medio ambiente todos, no sólo él, saldríamos ganando.